Por algo cambió el itinerario del vuelo.
Fui con Katia y Emi a Orlando, el plato de fondo fue EPIC Universe, el parque de diversiones de Universal que está en marcha blanca y pronto a inaugurarse, un festín de experiencias, contenidos, juegos y tecnología que costó más de 5 mil millones de dólares y demoró 7 años en construirse. Para los fanáticos, la panacea; para Disney, un dolor de cabeza.
De regreso, el vuelo que salía de Orlando para Atlanta demoró muchas horas más e impidió que enganchara con el que nos traería a mi familia y a mí de regreso a Lima. Esas horas adicionales pudieron convertirse en un infierno, pero no fue así. Personas y máquinas nos guiaron por aquí y por allá dando información, actualizando las aplicaciones, indicando la ubicación de las maletas, emitiendo una reserva para un hotel y cupones de consumo y transporte sin necesidad de reclamar. Los problemas ocurren, pero la tecnología está para disminuir al máximo las fricciones y con ellas la tensión y la angustia que conlleva los cambios de planes.
Entré a una tienda para husmear entre revistas y libros. Me encantan las revistas y no pude evitar comprar la última HBR con un especial de estrategia, una Natgeo con el tema de Dios en portada, una Scientific American con un especial de IA y The Atlantic con un especial de Donald Trump. En la caja, me topé con un libro de HBR titulado “The Year in Tech 2025” que, por supuesto llevé y devoré en el avión.
En los vuelos largos siempre sobra tiempo, sobre todo si uno no puede dormir. Al terminar el libro reflexioné sobre las máquinas y la tecnología:
- Los robots se están humanizando a una velocidad endemoniada. La humanización no viene por la atropomorfización de la apariencia, sino por la relación basada en la humanización selectiva: calidez en la voz, frases precisas, soluciones concretas, emocionalidad en las respuestas, intuición para adivinar una necesidad, etc.
- Los sensores ya no son solo de cercanía, la biométrica genera una precisión y personalización nunca vista antes, integra biología con contexto (temperatura, velocidad, luminosidad, entre otros) y permite una ambientación que linda con la cotidianeidad hogareña.
- La memoria está en una y en todas partes a la vez, los datos relacionados a nosotros son omnipresentes, si existe historia registrada, hay una trazabilidad clara hacia el pasado y un conocimiento preciso del presente relacionado a cada uno.
- La inteligencia está a nuestra disposición, permite a las máquinas relacionarse con nosotros usando las técnicas humanas basadas en la emocionalidad.
El tiempo también me alcanzó para pensar en otras cosas. Estamos tan alucinados con las posibilidades que nos da la tecnología que nos olvidamos de las consecuencias y riesgos. Se trata del lado “B” de la realidad. Aquí algunas ideas:
- Estamos desarrollando tecnología para crear máquinas cada vez superiores y las estamos entrenando para hacernos la vida más fácil.
- ¿Por qué nuestra obsesión de que las máquinas nos faciliten la vida?, ¿hasta qué punto?, ¿de volvernos inútiles?
- Le estamos entregando toda nuestra información, conocimiento y sabiduría para que nos puedan servir mejor.
- Hemos creado el LLM para que ellas se comuniquen mejor con nosotros y nosotros con ellas.
- Le estamos enseñando a interactuar a través de técnicas de manipulación sicológica y de gestión del comportamiento. Ya sentimos su omnipresencia y su capacidad en las relaciones de comunicación comercial, política y transaccional.
- Le estamos dando capacidades de predicción que exceden nuestras capacidades. Pueden establecer escenarios con un nivel de precisión igual o superior al del Doctor Strange con su gema del tiempo.
- Las máquinas no tienen emociones, las simulan para relacionarse con nosotros. ¿Tiene algoritmos éticos para definir los límites en sus decisiones?
Los desafíos son enormes y no quiero sonar apocalíptico. Mi definición de cabecera de estrategia es el arte de crear poder. El poder no tiene bandera ni emociones, solo es la capacidad de dominio sobre algo (objeto, espacio, sistema). El poder absoluto es el que no se nota (sino pregúntense por el poder que ejerce una iglesia sobre sus feligreses, una marca como Apple sobre sus clientes o TikTok sobre su comunidad).
Es posible que llegue el momento en que las máquinas no necesiten de los seres humanos para crear tecnología y ser autosustentables (esto da para otro post relacionado con la autopiesis, la praxis, la voluntad y la capacidad de crear conocimiento). Es posible que ese momento llegue sin que nos demos cuenta, precisamente por la definición de estrategia y poder que acabo de dar y que, de seguro, ya está en sus dominios aunque la estén aplicando de forma básica.
Tremendo desafío: mantener nuestra capacidad de asombro, a la vez estar vigilantes para no ser tomados por sorpresa.
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