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domingo, 29 de septiembre de 2024

Octubre y la trampa de las manzanas bajas

“Enfoquémonos en las manzanas bajas” es una expresión muy usada para identificar mercados afines al producto o servicio que uno ofrece. Las manzanas bajas son, por ejemplo, los termocéfalos para un partido político de extrema izquierda o derecha, los fanáticos del fútbol para una casa de apuesta, los clientes ubicados en una zona geográfica de influencia para un supermercado, los usuarios intensivos de soluciones tecnológicas para empresas de tecnología, los adoptadores tempranos para empresas innovadoras, los viajeros frecuentes para empresas de transporte, etc.

Ir por las manzanas bajas puede ser una buena forma de alcanzar una masa crítica. Sin embargo, ellas son bajas también para los competidores, lo que las convierte en océanos rojos rápidamente. Los océanos rojos son espacios de mercado saturados por la competencia y la oferta en el que el precio se vuelve una variable crítica y la diferenciación es muy cara por lo difícil de lograr. La salud del negocio es la víctima.

El concepto “business as usual” puede derivarse de la forma en la que hacemos negocios en base a las manzanas bajas, la forma en que diseñamos los procesos de distribución, venta, compras, pagos, etc., en la que nos relacionamos con los clientes, colaboradores, proveedores, intermediarios y demás stakeholders.

Las manzanas bajas generan un “business as usual” en un entorno de océanos rojos. Peor, nos mete en una trampa, el sesgo de confirmación, en el que pensamos de la misma forma de siempre, buscamos resolver los mismos problemas y esas soluciones las aceptamos porque no vemos más allá.

Salir de la trampa de las manzanas bajas es clave para la prosperidad del negocio, amplía las posibilidades y extiende el panorama para el futuro. Quizás sea verdad: en lugares donde la naturaleza es generosa solo nos basta con estirar la mano para tomar una manzana sin hacer mucho esfuerzo. Esa complacencia nos impide, por ejemplo, mirar más arriba o para otro lado para buscar otros alimentos desarrollando estrategias, tecnologías y procesos. ¿Qué pasaría si ese lugar se llena de personas que quiere comer de los mismos árboles que nosotros?

Como todo asunto humano, el tema se reduce al mindset y a la cultura. Toda estrategia exitosa lo es dentro de un marco. Por eso hoy se afirma que la cultura se come a la estrategia. Los periódicos fueron exitosos en crear clubes de suscriptores, pensaron que sus beneficios por la compra de papel impreso podría ser una barrera suficiente para retener lectoría frente a sus competidores en papel (manzanas bajas, business as usual en océanos rojo) hasta que llegaron las plataformas digitales de contenido, búsqueda, información y sociales que casi los destruyen. 

Toda mejora y cambio cuesta, exige energía y salir de una zona de confort, nada más opuesto para la naturaleza humana. Entramos a octubre, mes en el que comenzamos a pensar en el siguiente año. Quizás sea hora de mirar más allá de las manzanas bajas.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Citizen Centric. Perú, ¿cuándo?

Después de un lindo viaje familiar por Italia, Suiza y España doy fe que los problemas estructurales que tenemos como sociedad se encuentran en nuestras cabezas y en la de nuestros gobernantes.

En esos países, con todos los reparos que se puedan hacer, el ciudadano es el eje, como el consumidor lo es en una sociedad capitalista.
Dejando los asuntos técnicos y centrándome en la experiencia puedo decir que:

1.- Los datos y las plataformas tecnológicas permiten articular una experiencia (casi) sin fricciones en los medios de transportes, de comunicación, infraestructura general, en los sistemas de pago, en el sistema migratorio, etc. El sector público y el privado se encuentran integrados.

2.- El diseño de las soluciones está bien hecho, las ciudades se modernizan sin afectar su patrimonio cultural, se promueve la empresa, el arte, el turismo y el comercio y se respeta el legado, la historia y la tradición.

3.- Cada ciudad tiene un relato propio relacionado a su propuesta de valor: Madrid, estilo de vida; Barcelona, creatividad e innovación; Florencia, arte y cultura; Milán, cosmopolitismo; Roma, legado e historia; Sorrento y Amalfi, tranquilidad y placer; Lucerna, naturaleza, calidad de vida y seguridad.

Hay mucho más, pero podemos simplificar lo anterior en tres aspectos:

Gestión de experiencia (a través de los datos, las plataformas y la infraestructura),
- El “Citizen Centric” donde el Estado trabaja para el ciudadano y no viceversa,
El Relato como tangibilizador de una propuesta de valor,

Notaremos cómo se acciona un círculo virtuoso que hace que visitar estos lugares genere un “imprint” profundo que produce el deseo de regresar, en algunos caso de vivir, y de recomendar.

¿Qué estamos haciendo nosotros por acá?

Si solo pensáramos en el bienestar de las personas y de la sociedad en cada actividad que hacemos… Todo comienza y termina con nosotros, en nuestro mindset, en el de los líderes empresariales, gremiales, de los medios, de las organizaciones sociales y de las autoridades y la burocracia que nos gobierna.

¿Cuánta creatividad producirás hoy?

Gran parte de la innovación, desarrollo y avance tecnológico, sea premeditado o accidental, es impulsado por la búsqueda del bienestar humano. Desde el descubrimiento del fuego, que permitió cocinar la carne cruda en los albores de nuestra especie, simplificando la actividad mecánica de masticar y metabolizar y regalarnos más tiempo para el ocio y la creación, pasando por la selección artificial de plantas y animales, hasta los editores genéticos que permiten tratar enfermedades y defectos hereditarios, son ejemplos de cómo impulsan la vida hacia adelante. La esperanza de vida promedio superará pronto los cien años. ¿Qué haremos con tanto tiempo disponible?

Desde la invención de las máquinas hace más de trescientos años, se produjo una revolución que ha llegado a nuestros tiempos con robots capaces de fabricar autos, cohetes y chips. El trabajo físico humano y animal fue reemplazado en gran parte de la actividad manufacturera, agroindustrial, minera y militar, entre otras. El avance del desarrollo de las máquinas y de los robots ha producido una revolución del trabajo. De una economía basada en producción, pasamos a mitad del siglo pasado a una basada en servicios y, hoy, basada en el conocimiento ¿Disponemos del conocimiento suficiente para sortear la ola que estamos viviendo?

Cuando nos enfrentamos a las herramientas de Inteligencia Artificial no podemos evitar la sorpresa cuando vemos que pueden hacer un flujo de caja, resolver problemas, buscar y sintetizar en tiempo récord casi cualquier asunto, conversar, jugar, hacer presentaciones comerciales, diseñar procesos, gestionar el servicio al cliente, dar instrucciones a un vehículo para que se maneje, impulsar la compra en una plataforma de comercio electrónico. Allí donde se produce un proceso, la inteligencia artificial tiene un rol, donde hay una rutina, puede hacerla mejor que nosotros, donde hay un problema puede acercarse a un diagnóstico y a una solución de forma más precisa. La clave para ser indispensable en la era de la inteligencia artificial es ser un experto con experiencia en una campo general o específico, solo de esa forma se podrá dar una instrucción adecuada para un desempeño superior. Un contrato defectuoso, un puente mal diseñado o proceso de servicio al cliente limitado puede ser el resultado de una mala instrucción ¿Qué sucederá con nosotros y con los millones de alumnos de universidades e institutos que no están siendo entrenados para estar en el estado del arte de sus carreras?

La creatividad es una actividad humana, el acto creativo no es espontáneo, existe la influencia, la sensibilidad, la cultura y el conocimiento. Hay técnicas que lo impulsan. Picasso fue creativo como lo es Sam Altman. Einstein no pudo crear su teoría sin el concepto de cuanto propuesto por Max Planck. Steve Jobs no podría haber creado el I-phone sin los antecedentes de los PDA, de Napster, Blackberry y Nokia.

Si la tecnología, como extensión humana, busca simplificar la vida, elevar nuestro bienestar y extendernos en el tiempo haciendo el trabajo por nosotros, ayudándonos a ser más sanos y longevos y pensar asuntos que nos desgastan ¿qué nos queda? Algunos deciden expandir sus hobbies, viajar más, preocuparse por su bienestar corporal y mental. Otros entran en un loop negativo sin poder salir del hueco que la tecnología ha conquistado y son presa de la depresión y de las drogas.

La creatividad puede ser una solución, comencemos por pensar cuántas actividades creativas, que una máquina no podría hacer por sí misma, hacemos en el día y cuántas pueden ser reemplazadas por ellas. Enfoquémonos en las primeras y deleguemos las segundas.

El Willingness to Pay y el Willingness to Sell del Perú

A los que nos gusta entender ciertos fenómenos sociales, culturales, políticos, económicos y empresariales, buscamos modelos y fórmulas para generalizar y simplificar explicaciones.

En esta ocasión vamos a revisar uno usado en las estrategias de negocios que extrapolaremos a otros ámbitos:

Willingness to Pay(WTP) & Willingness to Sell (WTS) son la disposición de pagar (más) por algo y la disposición de vender y trabajar (por menos). Veamos qué implican y como se puede aplicar a lo que el Perú pide y ofrece por vivir en su territorio.

WTP

Willingness to Pay es cuando alguien está dispuesto a pagar más por un bien, servicio o experiencia, quiere decir que es posible subir el precio. Así tenemos el caso del agua embotellada Perrier o Evian en comparación con las aguas tradicionales, a Rolex y a Tesla. Cuando uno viaja a Nueva York o Londres se queja por el costo de la ciudad, pero está dispuesto a pagar por el valor de lo que encuentra. Detrás de este fenómeno hay un complejo sistema de creación y captura de valor que explicaré en otro momento.

WTS

Willingness to Sell es cuando una organización o una persona está dispuesta a sacrificar algo (cobrar “menos”) con tal de trabajar con otra organización, por ejemplo, con una non-profit los voluntarios, con una marca con gran reputación talentos de las mejores universidades que quieren compartir su propósito a cambio de menos compensación o beneficios, profesionales con un Estado funcional que desean contribuir con su país.

La incapacidad de garantizar los mínimos para una convivencia social y desarrollo económico genera en la sociedad un WTP bajo, relacionado a la resistencia de pagar impuestos y seguir las normas. Una minera formal que es atacada por grupos de delincuentes, o una empresa que cumple con sus obligaciones en medio de populismos sin control no encuentran atractivo el país. Un ciudadano que no cuenta con salud, educación y seguridad pública básica, buscará sobrevivir como pueda. Por el contrario, el WTP alto se encuentra entre las organizaciones criminales y corruptas, ya que la falta de estado, funcionarios, líderes e instituciones probos y de calidad les hace atractivo su operar y pagar el precio de actuar fuera de la ley.

Respecto del WTS, el Estado es muy atractivo, al punto de que la mayoría de los políticos y algunos funcionarios públicos están dispuestos a sacrificar mucho por hacer carrera para alcanzar una posición de poder. La mayoría acepta la posibilidad de una denuncia o la condena con la privación de libertad, o vivir un buen tiempo prófugo de la justicia y ser denostados socialmente por cobrar el jugoso paquete de dinero o traficar favores asociados a aquella posición.

¿Cómo salir de esta trampa?

No es la Inteligencia Artificial. Somos nosotros, ¡estúpido!

Las buenas ideas son aquellas que podemos entender y aplicar.

La Inteligencia Artificial (IA), con toda su parafernalia y derivados tiene secuestrada nuestra atención. Intentar capturar todo su alcance y pontificar sobre sus implicancias es condenarnos a la inacción.

Es evidente que nuestro país no es, ni será en el mediano plazo, el epicentro de esta revolución tecnológica. Sin embargo, podemos ser protagonistas si entendemos cómo aprovecharla donde sí establecer ventajas comparativas y competitivas, basta pensar en el turismo, la gastronomía y los recursos naturales.

La gran pregunta con la tecnología es “cómo usarla”. Cómo usarla en la solución de problemas, en potenciar lo que mejor sabemos hacer, donde mejor nos podemos desempeñar; de qué nos puede servir allí donde hay oportunidades que podemos consolidar.

En los negocios, una de las funciones centrales de una organización es la atracción, adquisición, desarrollo, retención de clientes, de capital humano, de proveedores, de stakeholders ¿En qué nos puede ayudar la IA en estos procesos?

Pensemos en asuntos claves: en la relación con los clientes, en la creación de nuevos productos y servicios, en la creación de mejores experiencias, en la mejora de todo lo anterior. Pensemos en los asuntos relacionados a la eficiencia operacional y a la productividad ¿En qué y en cuánto nos puede ayudar la IA?

Imaginemos a la IA y a la tecnología usada en mejorar el tráfico de la ciudad, en desarrollar proyectos de alto impacto social, en dictar mejores leyes, en informar y educar a la ciudadanía para tomar mejores decisiones. Imaginémosla aplicada a la educación, a la salud y a la seguridad. Muchos dirán que aquí, en nuestro país, eso no funcionaría.

Entonces ¿para qué hablamos de Inteligencia Artificial?

La IA no va a resolver, jamás, las bases de un concurso amañado, un acuerdo para privilegiar a uno sobre otro, un monopolio, un Estado corrupto, el nepotismo, la competencia desleal, el abuso de poder, venga del sector que venga.

La IA comenzará a funcionar cuando la implementemos de forma correcta en lo que hacemos y no esperamos a que otros lo hagan. Como en todas las cosas de la vida, quien lo hace primero lo hace dos veces.

-       Imaginemos a una minera comprometida con la sostenibilidad usar a la IA para que tenga mayor impacto positivo social y mejore sus resultados de negocios.

-       Imaginemos a una universidad llegar a todo el país, preparando a los profesionales que cambiarán al país.

-       Imaginemos a una institución del estado que use a la IA para recaudar y usar los recursos para mejorar la salud, seguridad y educación de los peruanos.

Volvemos al principio, la tecnología se debe a las decisiones y a la voluntad humana.

Se trata de nosotros…


Rolex - Gate, el poder de las marcas

Hace un par de semanas un noticiero digital destapó una noticia que tiene al gobierno entre las cuerdas. La presidenta usaba relojes de lujo marca Rolex en sus actividades oficiales, relojes que con su sueldo no podría haber costeado. Tampoco estaban consignados en su declaración jurada. Hoy se presume un desbalance patrimonial de proporciones, lo que no sería extraño en un país donde los políticos acceden a puestos de poder para exprimir al Estado a su favor más que para trabajar para aquellos que votaron por ellos. Los relojes Rolex solo fueron la punta de una madeja que promete mucho más.

El poder es como el dinero, está con quien mejor sabe ganarlo y mantenerlo. En otra columna planteé que el verdadero poder es aquel que no se nota. Las grandes familias, los líderes más importantes, las iglesias y credos, las marcas y empresas más relevantes generan una atracción invisible que nos hace creer y comportarnos como si tuviésemos el control de nuestros actos. Elegimos admirar y seguir a Elon Musk o Steve Jobs, a Apple o Netflix, a la iglesia que profesamos fe, a Einstein o Grau, a Churchill o a San Martín, a Facebook o TikTok, a Sublime o a IncaKola, a Rolex o Prada. Sin embargo, ellos ejercen un enorme poder en nosotros. Basta ver con qué gaseosa se come chifa, cuál es la aplicación que más usamos en el teléfono, o… con qué marca de reloj muchos quieren lucir su status.

La política es la disciplina que articula y dinamiza el poder en la polis. El político es el actor que lo usa  para decidir sobre las personas e instituciones que conforman un país o sus partes. Un buen político es aquel que sabe gestionarlo a favor de los ciudadanos y si quiere permanecer cerca de él, debe ser prudente y cuidadoso en su ejercicio. 

Dijimos que el verdadero poder es el que no se nota. El verdadero político es que lo ejerce sin que se note. El poder como el dinero requieren de personas preparadas para mantenerlos cerca porque ambos, el dinero y el poder, son criaturas exigentes y escurridizas, criaturas deseadas por muchos.

La tentación del poder es la trampa en la que caen todos aquellos que se encuentran con él sin estar preparados:

  • “Mira, soy poderosa, soy la presidente de la república y visito al Papa”
  • “Mira, recibí una herencia de un tío millonario que no conocía y me voy a cambiar de barrio”
  • “Mira, le di con el palo al gato y me he convertido en un emprendedor exitoso y reconocido”
  • “Mira, me ascendieron a gerente general de esta empresa y me codeo con los dueños”
  • “Mira, soy un gran escritor, gané un premio y salgo en el diario”
  • “Mira, soy un gran futbolista, me contrataron en un club famoso y todos me piden autógrafos”
  • “Mira, me ofrecieron distribuir droga, no sufro penurias económicas y manejo un auto deportivo”

Todos son casos en los que uno se encuentra con un status diferente que incluye una nueva posición de poder.

“Ser y parecer” es un mantra arraigado cuando se trata de llevar bien puesto un status. Pero esta ecuación que busca igualar ambas variables debe ser analizada con cuidado ¿Cuándo debo parecer a lo que considero que soy?, pregunta clave en el caso de los novatos en el poder.

La presidenta sucumbió a la marca Rolex, como Gollum al Anillo, a su poder atractivo y tentador, símbolo de riqueza que no podía justificar con su historia y méritos formales.

La tentación del poder es exhibirlo explícitamente, mostrar el nuevo status diferenciándose del resto de forma notoria, sorpresiva y sospechosa. Los novatos, aquellos que no saben lidiar con él caen en la trampa. Los curtidos prefieren ser prudentes.

Publicidad en movimiento

Algunas de las más importantes empresas del mundo tienen a la publicidad como una importante fuente de ingresos, ingresos que de no existir no podrían apalancar los desarrollos tecnológicos que nos sorprenden con frecuencia: Meta, Amazon, Alphabet, Disney, Netflix, Walmart, Alibabá, Sony, Tencent son algunos ejemplos. Si bien es cierto que el viejo mantra de poner en el centro al cliente sigue siendo un desafío permanente, la publicidad no solo es una herramienta para impulsar las ventas o posicionar un mensaje en la mente de las personas, sino una forma efectiva de recabar datos e integrarlos a otros que permiten perfilar a los clientes, su comportamiento, sus preferencias, su viaje a la compra, sus compras y su relación con las marcas.

Durante los últimos años, la publicidad se ha enfocado a trabajar con datos comprados a terceros para lograr la mayor eficacia en resultados y eficiencia en el uso de recursos. Durante esos mismos años, las comunicaciones de marketing se diversificaron de múltiples formas: en programas de lealtad, en modelos de suscripción, en social commerce, media e-commerce, en comunicación directa, en contenidos, sponsoring, entre otros.

Dos fuerzas, que se encuentran fuera del mercado, están desafiando a las marcas, a los publicistas y marketeros a pensar fuera de la caja: la política y la ley. Ellas pueden cambiar  el escenario competitivo de forma radical, no solo de la industria afectada, sino de otras que dependen de ella. Tres ejemplos:

El bloqueo de Estados Unidos a Huawei y, ahora, a Tik-Tok alegando asuntos de seguridad nacional. Los litigios de Google en Europa por su posición de dominio en el mercado de buscadores y de contenidos. La normativa sobre protección de datos que nace del principio de privacidad de las personas. El comercio de datos tal como lo conocemos tiene los días contados y las empresas tendrán que buscar nuevas formas de acceder a ellos.

Allá, por el año dos mil, se hablaba de que los datos serían el nuevo petróleo de la economía y vaya que algunas empresas lo entendieron y otras no.

La publicidad es una rama de la comunicación que está enfocada en promover el valor de una organización, de sus marcas y productos. Hoy está asociada a la promoción de marcas, de productos, soluciones, experiencias y ofertas. Detrás de ella se encuentran personas y tecnologías presionadas por generar resultados. Con las tensiones y restricciones mencionadas arriba las agencias de publicidad, de relaciones públicas, de medios y las áreas de marketing y de reputación están bajo un nuevo desafío: cómo alcanzar a sus consumidores y clientes, cómo posicionar de forma efectiva e impactante, cómo gestionar la reputación, cómo generar demanda.

Las empresas que mencioné al inicio de este artículo han recorrido un buen camino, cuentan con datos propios que pueden explotar y marcas fuertes.

Es posible que estemos en presencia de un nuevo escenario, uno que nos retrotrae a los años ochenta, noventa y dos mil, cuando la comunicación analógica, los medios tradicionales y los incipientes medios digitales impulsaban a las empresas que contaban con bases de datos propias (retail, telco, banca, entre las principales) a desarrollar el valor de sus clientes, a crear marcas atractivas y potentes, a enfocarse a la retención mediante la creación e intercambio de valor.

En el escenario actual, con el avance tecnológico, la innovación en los modelos de negocio y los cambios culturales se generan oportunidades para las mismas categorías y para otras que nadie imaginaba que podrían existir en el pasado: consumo, alimentos, distribución, industrial, educación, negocios, extracción, públicas, non-profit, entre otras, tienen la posibilidad de crear marcas fuertes y contar con datos de sus clientes y prospectos, como nunca antes, para hacer buenos negocios.

No olvidemos que el marketing busca crear Brand Equity y Customer Equity y la publicidad es una herramienta formidable para trabajar en estas dos direcciones.

Trampas del pensamiento

Pensar es un ejercicio que demanda esfuerzo y energía. Pensar críticamente exige bastante más porque supone poner en duda o en pausa asuntos que dábamos por aceptados y correctos. 

Una buena pieza de retórica puede hacernos creer que es verdadera, aunque esconda trampas que nos lleven a formar una opinión y a comportarnos en consecuencia.

Por ejemplo, revisemos la siguiente afirmación: 

“Quizá el caso más famoso de liderazgo visionario en la empresa moderna sea el de Steve Jobs en Apple. El enfoque de Jobs es un ejemplo perfecto de lo que me gusta llamar “genio contra intuitivo”. Sabía lo que la gente quería mejor que ellos mismos. Cada producto que concebía confundía a sus críticos. Tú también puedes alcanzar el éxito aprendiendo a confiar en tus intuiciones profundas.” 

Qué tentador es pensar que, siguiendo una fórmula para identificar “intuiciones profundas”, uno puede ser exitoso, ¿no? Pues bien, más allá de que Steve Jobs fue una excepción y que una excepción no puede ser una normalidad, aunque el dicho de que la excepción confirma la regla lo usemos como un principio racional (¿hasta cuántas excepciones podemos invocar para tener razón?), el párrafo anterior puede ser criticado desde dos ángulos:

- No se puede generalizar de una observación puntual. Es como decir que todos los autos son marca Toyota si no he visto otra marca más que esa.

- Usar un ejemplo para confirmar una “teoría” usando el caso de las “contra intuiciones” de Steve Jobs. Si todos somos contra intuitivos, ¿debemos deducir que todos seremos genios como él? 

Estas trampas son más comunes de lo que creemos, estamos expuestas a ellas incluso en situaciones que nos enfrentan a tomar una decisión. ¿Cómo evitar caer en ellas?

1.- No sobre simplificar el problema y, por ello, precipitarse.

2.- No caer en el sesgo de confirmación en el caso que la decisión esté relacionada a una idea favorecida de antemano.

3.- Evitar el razonamiento defectuoso por falta de evidencias o pruebas.

4.- Considerar múltiples opciones de solución y analizar sus pros y contras.

La información y las narrativas que están a mano no son suficientes para resolver un problema. Si le hacemos caso a las ideas o relatos cercanos o visibles caemos en las trampas que ya nos tienen acostumbrados los algoritmos. Algunas claves para ver el cuadro completo: 

- Investiga porque lo plausible (que es lo primero que consideramos como una solución correcta) puede ser una trampa.

- No te guíes por tu instinto, porque está construido por tus emociones y experiencia.

- Trata de identificar los límites de tu conocimiento y experiencia, siempre hay algo más allá.

- Busca asesoramiento e información para resolver el problema o responder la pregunta. 

¿Cuántas veces nos hemos enfrentado a argumentos que parecen invencibles, y que por ellos perdemos de vista lo que sucede más allá? Aquí algunos:

La familiaridad de los datos, esto es, que de tanto escucharlos pertenecen al campo de lo irrefutable, por ejemplo, que el 65% de los trabajos en el 2035 no han sido inventados aún. O, el 1% es la tasa de respuesta normal en una campaña de marketing directo.

- Los “facts” son estupendos artefactos retóricos, pero sin evidencia que los sostengan no sirven para nada.

- La ilusión de que la novedad que parece real es real, por ejemplo, el supuesto impacto actual de la Inteligencia Artificial en el mercado laboral.

- El efecto “Hype” que se produce por una “rareza” que llama la atención, como es el caso de la afirmación que los vehículos autónomos serán la solución para los accidentes de tránsito.

- Por último, el sesgo de supervivencia, que trata de destacar los casos de éxito (Apple, Google, Netflix) sin entender que en los casos de fracaso (Nokia, Explorer y Blockbuster) uno puede encontrar más y mejores aprendizajes para tomar una decisión.

En resumen, mejorar tu nivel de reflexión y pensamiento requiere:

1.- Clarificar los propios pensamientos.

2.- Enfrentar los sesgos y prejuicios personales.

3.- Desarrollar argumentos sólidos y rigurosos.

4.- Estar preparado para la era de la Inteligencia Artificial.

5.- Aprender a pensar por uno mismo, tener posiciones propias.

6.- Saber dónde poner la atención de forma efectiva.

7.- Identificar las fortalezas y debilidades cognitivas.

¿Cumples con todos estos requisitos o es necesario armar un plan de mejora en pensamiento crítico?

Corrupción y Comunicación (Parte 2)

En el artículo anterior, mencioné que la corrupción es el abandono de un deber posicional, público o privado, en favor de un interés propio, que se disfraza con la retórica del apego y respeto a la ley y que está sometido a un juicio crítico de la moral.

¿Qué tipo de condiciones deben darse en una sociedad para promover comportamientos que promuevan el abandono del deber?

Tomemos la siguiente definición de sociedad: es un sistema que está constituido por una estructura que permanece en el tiempo, compuesto por un conjunto de elementos interdependientes, en equilibrio y que tienen la posibilidad de cambiar (Robert Merton) 

Ahora imaginemos que toda sociedad promueve dos grandes valores:

-       Fines, que son anhelos socialmente aceptados, comunes a una cultura determinada, como lo puede ser el dinero, la virtud, la fama, el conocimiento, la salvación o la santidad.

-       Medios, que son las formas lícitas que la sociedad ofrece para alcanzar los fines, como son las leyes y las normas articuladas por instituciones públicas, privadas o sociales.

Convirtamos estas dos dimensiones en dos ejes que se cruzan y conforman cuatro cuadrantes.

 

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1.- Fines + / Medios +, en donde una persona y por extensión, la sociedad logra cumplir sus fines usando los medios dispuestos para ello. Esto podría indicar que es una sociedad próspera, pero también estancada porque no encuentra ningún desequilibrio que genere incomodidad y, por lo tanto, cambio.

2.- Fines – / Medios -, donde las sociedades son apáticas, dominadas por la anomia, donde cada uno se vale por sí mismo y la cohesión corre riesgo. Las personas abandonan tanto los fines como los medios que promueve la institucionalidad. 

3.- Fines – / Medios +, se da en sociedades ritualistas, dominadas por la burocracia y el cumplimiento de tareas y ritos sin mayores objetivos o motivos impulsores.

4.- Fines + / Medios -, donde se encuentran las sociedades movilizadas por un anhelo o fin muy fuerte y donde los medios no son respetados para alcanzarlos. 

En situaciones donde se genera un cuerpo social que privilegia el cumplimiento de los fines sin impulsar el uso adecuado de los medios para lograrlos, o: “rompamos las reglas”, “para hacer tortillas hay que romper huevos” se generar desequilibrios que debemos observar.

Estados Unidos es el principal epicentro de la innovación en el mundo y muchas de esas disrupciones afectan cimientos profundos: Uber y la tributación, Facebook y los problemas en la protección de datos, Netflix y el impacto en la industria creativa de contenidos, entre otros. En este caso, la relación entre innovación y regulación casi van de la mano.

La corrupción es hija del mismo fenómeno, lo legítimo pasa a ser secundario y los deberes posicionales ceden al interés personal.  La gran diferencia es que, mientras la innovación crea valor, genera dinamismo en la industria y la sociedad, produce tensión en el mercado, impulsa el cambio y la renovación en la regulación, la corrupción destruye el valor. La corrupción destruye los cimientos institucionales sin ofrecer nada a cambio.

Corrupción y Comunicación (Parte 1)

Si nos remitimos a las noticias ya sea en medios oficiales, opositores o independientes un porcentaje importante están relacionadas a hechos vinculados con la corrupción. Y muchas de las conversaciones públicas y privadas están relacionadas al mismo tema. Que Fujimori, que Castillo, que Dina, que congresista tal, que empresario tal, que Toledo, que Ollanta, que Odebrecht, que Petroperú, que la compra de puestos en la policía, que la asignación a dedo de un proveedor, que el dueño de una universidad, que el director un tal ong, que la mocha sueldo, que el amigo que pidió una comisión… Nadie se salva.

¿Todo es corrupción?, ¿qué es corrupción?

En una sociedad como la nuestra, la corrupción está asociada a la decadencia de los valores que la constituyen, porque nada se puede liberar de sus garras. Desde esta perspectiva podríamos afirmar que es el reflejo de una sociedad cuyas instituciones son inviables, como lo es un soporte de metal atacado por el óxido o un árbol devorado por las termitas. Sin embargo, también podríamos decir que es una señal de mal funcionamiento de una institución y que, corrigiéndola, se podrían arreglar muchas cosas.

Las contradicciones emocionales son claras respecto de este tema como las de otros tópicos importantes. Recordé las encuestas del tipo: la sociedad peruana ¿es racista?: 99% responde que sí; ¿usted es racista?, 99% responde que no. No me extrañaría encontrar algo similar: ¿cree que su país es corrupto?, 99% respondería que sí; usted, ¿usted se considera corrupto? 99% diría que no.

Una trampa común es quedar preso de las emociones que activa la corrupción: la rabia, la envidia, la tristeza, la codicia, entre tantas, y caer en la trampa de los argumentos que la justifican: justicia, eficiencia, racionalidad, ventaja, oportunidad, estupidez, incompetencia, etc.

- Corromper a un torturador para que deje de torturar ¿es correcto?

- Pasarle un billete a un guardia y que este lo acepte para que te deje entrar antes a un concierto y tomar una mejor posición ¿es corrupción?

- Que un mozo acepte un billete tuyo en una fiesta para que te atienda como un rey en detrimento de atender a otros con la misma calidad, ¿es corrupción?

- Si el responsable se niega a darte una cama UCI porque una norma o regla del hospital está mal hecha, sobornarlo para salvar la vida de un familiar y él aceptar el soborno, ¿es corrupción?

- Si eres el responsable de una licitación y privilegias a un amigo sobre otra empresa que ha presentado una mejor oferta porque te lo pide y tú lo ayudas, ¿es corrupción?

El problema de la corrupción es que los juicios sobre ella están asentados sobre una base emocional, y un gran “depende” siempre queda flotando, como sucede con los ejemplos del torturador y de la cama UCI.

Necesitamos una definición que sea objetiva y neutra, que permita identificar claramente qué es y no es corrupción, y luego hacer un juicio moral, comunicar y actuar en consecuencia.

Quiero sugerir que la corrupción se encuentra en el ámbito del deber, específicamente del deber posicional. Un deber posicional es aquel que uno ejerce en virtud a una decisión voluntariamente aceptada. Un profesor, un funcionario público, un congresista, el presidente de la nación, un periodista, un ejecutivo, un sacerdote, por ejemplo, son personas que deberían actuar en función a la posición que han elegido ejercer.

La corrupción está relacionada al privilegio del interés personal sobre el mandatado de la posición ejercida y de las reglas que la norman, en traicionar ese mandato por el privilegio personal: la corrupción obedece al cálculo de obtener un beneficio a costa del abandono del deber posicional.

Normalmente, la corrupción se disfraza con la retórica del apego y respeto a la ley, a los símbolos o rituales de una institución ¿Cuántas veces hemos visto a servidores públicos prontuariados llorar ante el izamiento de la bandera nacional, a líderes sindicales romperse las vestiduras por los trabajadores mientras reciben prebendas gracias a su posición, a personas de dudosa reputación en rituales religiosos golpeándose el pecho y cantando los himnos a su dios?

La corrupción es el abandono de un deber posicional, público o privado, en favor de un interés propio, que se disfraza con la retórica del apego y respeto a la ley y que está sometido a un juicio crítico de la moral.

Dicho esto, es mucho más fácil juzgar. Un servidor público que se sirve del estado para su beneficio es corrupto; un ejecutivo que se sirve de su posición y deja sus deberes a cambio de algún beneficio es corrupto; un funcionario que pide una coima para destrabar un proceso normado es corrupto; un médico que recibe dinero para dejar pasar a un paciente terminal es corrupto; un sacerdote que se beneficia de sus feligreses más que la iglesia que representa es corrupto; el torturador que acepta dinero para dejar de torturar es corrupto; un empresario de un medio de comunicación que recibe dinero de la autoridad para guiar los contenidos periodísticos es corrupto; un policía que recibe una coima para no cursar una multa bien establecida es corrupto, una persona que adelanta un dinero para no hacer cola, es corrupto. Son corruptos los que ofrecen y reciben, porque ambos entienden que se benefician por el quiebre del deber posicional. Si moralmente se justifica o no, es otro tema.

¿Por qué es importante para la comunicación entender el asunto? Porque la comunicación tiene tres dimensiones, la semántica, la sintáctica y la pragmática. La primera está relacionada con el intercambio de significados, la segunda con el uso correcto de los signos y la tercera con la acción comunicativa, con el efecto que produce en el receptor. Si un concepto tan relevante como corrupción no es entendido en su correcta dimensión, será difícil compartir significados y generar reacciones adecuadas.

En el siguiente artículo veré el tema del tipo de sociedad que impulsa a la corrupción y el rol de la comunicación en ella.