Advertencia: este es un artículo largo. Es necesario que así lo sea para establecer las bases de lo que vendrá en los siguientes.
Cada vez que se acercan las elecciones es como si todo comenzara de cero, pocos recuerdan las dinámicas de las anteriores, los partidos que aparecieron y los que se esfumaron, los candidatos que quedaron en el camino, las declaraciones escandalosas, los debates, etc. A pesar de tener buscadores e inteligencia artificial casi nadie escarba en el pasado para entender cómo es esto de las dinámicas en el juego del poder. Es como volver de cero, una especie de eterno retorno a lo mismo, un borrón y cuenta nueva, cuando en realidad todo es un flujo continuo de acontecimientos en los que cada actor acciona y reacciona según el contexto, sus contendientes, sus intereses y pasiones.
La política es la gestión del poder. El poder perfecto es aquel que no se ve. Si, ya lo he dicho antes (y muchas veces), esto de que el poder perfecto no se ve, por ejemplo, el poder de las iglesias, de las marcas, de las redes sociales, de los lazos familiares, de las costumbres, de los líderes, de los sesgos, de las ideologías, de la inercia. El poder es como el dinero, se queda con quien más lo desea, más se esfuerza por él y mejor lo gestiona, el poder y el dinero no tienen signo, se puede acceder a él por las buenas o por las malas y se puede usar para hacer el bien o el mal. El verdadero poder no se nota (lo dije de nuevo) y en nuestro país está regentado por las economías informales, las mafias enquistadas las instituciones, las organizaciones delincuenciales, la oligarquía tradicional, las iglesias, los clubes, los gremios, las comunidades, las grandes empresas y, de forma más profunda, por la filosofía del todo vale, por la desconfianza institucional y la confianza a las comunidades de pertenencia, comunidades cerradas que reaccionan con anomia a los grandes temas relacionados a la prosperidad y al bien común.
La política en el Perú es variable e impredecible, porque es intensa por su fraccionamiento y ese fraccionamiento genera un movimiento incesante entre los actores que la componen ¿Cuáles son las variables y dinámicas para considerar y entender el juego de poder, la política en tiempos electorales? Me atrevo a proponer lo siguiente.
Primero. Existe una regla muy sencilla. Gana el que acumula más votos: en primera vuelta de forma absoluta, en segunda vuelta de forma relativa.
Segundo. Tenemos 43 partidos en disputa, una fragmentación enorme. Ningún partido tiene asegurado nada en una elección. Los partidos son asociaciones de pertenencia e intereses.
Tercero. Tenemos más de 50 precandidatos que representan a los partidos inscritos. Los candidatos son individuos que representan los intereses de los partidos y están movilizados por el ego y el sentido de oportunidad.
Cuarto. Los votantes son los ciudadanos que ejercen su derecho voluntaria o involuntariamente (en Perú el voto es obligatorio hasta los 70 años). Cuando es voluntario, el ciudadano que vota va motivado por un programa de necesidades que busca resolver. El que va obligado, está sujeto a influencias, intereses, al premio (el táper, la propina), y la comodidad (hacerlo rápido y sin pensar).
Quinto. Los agentes son aquellos individuos y organizaciones que influyen en los partidos, los candidatos y en los votantes para lograr sus intereses. Un agente puede ser un medio de comunicación, un líder de opinión, una iglesia, un grupo empresarial, un gremio, una asociación, un club, etc.
Sexto. La relación entre los Partidos, los Candidatos, los Ciudadanos y los Agentes es compleja y dinámica. Por ejemplo, los candidatos y ciudadanos participan en los agentes: en un club como socios o en un gremio como representado, en una iglesia como feligrés o en un grupo empresarial como empleado o consultor; también pueden ser parte de agrupaciones políticas, lo que hace que los intereses personales y grupales se crucen con las necesidades del país y del bienestar general.
Dicho lo anterior, el escenario político es complejo y poco predecible. La predictibilidad es lo más deseable para un país.
En un contexto como el actual los votantes pueden mostrar interés o no, tener conocimiento sobre las opciones políticas o no, pueden disponer de apertura a argumentos diferentes o no. El hecho que muestren interés puede ser un movilizador a participar ¿qué les haría interesarse por un proceso electoral? Que conozcan puede ser un fundamento para entender lo que la oferta electoral ofrece ¿qué se debe hacer para que inviertan tiempo y energía en conocer las opciones? Que tengan apertura es el fundamento para crearse una opinión en base a diferentes alternativas o posiciones ¿qué podría generar apertura? Interés, apertura y conocimiento son factores claves para un electorado crítico y competente para las elecciones. Los agentes, candidatos y partidos interesados en una posición crítica y exigente de la demanda frente a la oferta electoral debiesen considerar estos tres puntos.
La fragmentación actual impide a los partidos ganar por sí solos, entonces, tendrán que negociar para integrar intereses, ceder posiciones, enfocarse en sus fortalezas y generar acuerdos. Existen dos fuerzas que juegan a favor o en contra (depende cómo se le mire). Una centrífuga que impide lograr consensos debido a los egos, intereses, compromisos excluyentes, recursos suficientes. Otra, centrípeta, que permite integrar gracias al control de las pasiones, necesidad de recursos, ambición alineada de poder, análisis críticamente las opciones, intereses comunes, sinergias. Considerar estas variables en la creación de frentes comunes será fundamental.
Tanto oferta como demanda están inscritos en marcos mentales que los hace avanzar o retroceder, acercarse o alejarse de posiciones comunes y consensuadas. He identificado dos orillas (por llamarlo de alguna forma) y cuatro posiciones que pueden componer estos marcos mentales que será necesario reconocer para gestionar.
La orilla conservadora, que representa la resistencia al cambio, la rigidez e intransigencia basada en los principios y valores que sustentan su forma de ver el mundo. Ante un problema o amenaza nos volvemos conservadores, porque queremos conservar lo que tenemos o hemos logrado.
La orilla liberal, representa la apertura al cambio, a integrar posiciones, a consensuar, es una posición que parece más porosa, pero que se basa en la libertad y en la igualdad de oportunidades. Tendemos a ser liberales cuando no hay amenazas fundamentales y cuando el futuro se presenta con más claridad, cuando es más predecible.
La posición tecnocrática representa a quienes piensan que el diseño técnico de las organizaciones, las políticas y los planes son lo central, que ajustarse el cinturón y los daños colaterales son parte del juego para lograr la prosperidad. La prosperidad es una especie de tierra prometida que sólo se puede alcanzar siguiendo este camino.
La posición demagógica representa a quienes ofrecen lo que otros quieren escuchar, hacer justicia sin proceso, distribuir el dinero sin responsabilidad, prometer sin consecuencias. Del otro lado, están quienes quieren escuchar estas promesas por un sentido de revancha, de justicia divina, de castigo a la clase dominante y a la historia que siempre los trató mal.
La posición clientista es la que funciona con planes enfocados en intereses de ciertos agentes como la retribución a la posición alcanzada por candidatos y partidos (o autoridades y partidos, después de las elecciones) que de otra forma no podrían haber logrado. El clientismo es la forma actual de la política peruana, las autoridades pagan favores y los agentes invierten en ellas para lograr sus objetivos.
La posición egoísta es aquella que solo vela por intereses particulares, todo el esfuerzo es guiado por la conveniencia específica de un partido, un agente, un grupo. El interés y bienestar del resto no es importante, solo vale la oportunidad abierta y aprovecharla al máximo.
Ninguno de estas cuatro posiciones se da en estado puro.
Por último, podemos entender la clave de la oferta electoral como una dinámica entre un programa, un líder y el electorado. Los programas están representados por los partidos y los líderes por candidatos. Un electorado capaz es aquel que comprende un programa, qué ofrece, qué implica, cuál es plan para lograr sus objetivos, cuál es su participación en él. Los líderes representan a esos programas. Los candidatos son individuos que encarnan los valores del programa y le da un carácter único debido a su propio carisma. Un buen programa con un buen líder suma una parte fundamental de la oferta electoral. La otra parte es la campaña en sí. La campaña es cómo el programa y el líder ser comportan en la realidad, entre los competidores, enfrentando a la prensa, relacionándose con los agentes, pulseando la situación para adaptarse a los momentos. Es en la campaña cuando el electorado los observa en acción, cuánto de tecnocrática, de clientista, demagógica o egoísta es en momentos de la verdad. Una campaña está compuesta por una estrategia y diferentes cuerdas, cada cuerda actúa en diferentes frentes.
El frente público: en política todo puede ser convertido en público, por lo tanto, es necesario revisar antecedentes, manejar las hojas de vida, anticiparse a posibles problemas.
El frente privado: es aquel que es necesario mantener entre cuatro llaves, información sensible, alianzas, estrategias, recursos, etc.
El frente externo: se produce cuando los candidatos, los partidos, los agentes y el electorado se relacionan públicamente.
El frente interno: es cuando los candidatos, partidos y agentes se relacionan para establecer, revisar y coordinar las estrategias, tácticas y actividades.
Cuántas campañas ha sucumbido por escándalos privados expuestos en medios de comunicación, a peleas internas que quiebran alianzas, cuántas han fracasado cuando el candidato se separa de su programa, cuántas cuando los agentes dejan de apoyar a uno por irse con otro que exhibe una mejor performance.
En fin, hemos revisado una serie de definiciones que nos van a permitir analizar la situación de cara a las elecciones el próximo año.