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domingo, 29 de junio de 2025

Política en acción




Advertencia: este es un artículo largo. Es necesario que así lo sea para establecer las bases de lo que vendrá en los siguientes.

Cada vez que se acercan las elecciones es como si todo comenzara de cero, pocos recuerdan las dinámicas de las anteriores, los partidos que aparecieron y los que se esfumaron, los candidatos que quedaron en el camino, las declaraciones escandalosas, los debates, etc. A pesar de tener buscadores e inteligencia artificial casi nadie escarba en el pasado para entender cómo es esto de las dinámicas en el juego del poder. Es como volver de cero, una especie de eterno retorno a lo mismo, un borrón y cuenta nueva, cuando en realidad todo es un flujo continuo de acontecimientos en los que cada actor acciona y reacciona según el contexto, sus contendientes, sus intereses y pasiones. 

La política es la gestión del poder. El poder perfecto es aquel que no se ve. Si, ya lo he dicho antes (y muchas veces), esto de que el poder perfecto no se ve, por ejemplo, el poder de las iglesias, de las marcas, de las redes sociales, de los lazos familiares, de las costumbres, de los líderes, de los sesgos, de las ideologías, de la inercia. El poder es como el dinero, se queda con quien más lo desea, más se esfuerza por él y mejor lo gestiona, el poder y el dinero no tienen signo, se puede acceder a él por las buenas o por las malas y se puede usar para hacer el bien o el mal. El verdadero poder no se nota (lo dije de nuevo) y en nuestro país está regentado por las economías informales, las mafias enquistadas las instituciones, las organizaciones delincuenciales, la oligarquía tradicional, las iglesias, los clubes, los gremios, las comunidades, las grandes empresas y, de forma más profunda, por la filosofía del todo vale, por la desconfianza institucional y la confianza a las comunidades de pertenencia, comunidades cerradas que reaccionan con anomia a los grandes temas relacionados a la prosperidad y al bien común.

La política en el Perú es variable e impredecible, porque es intensa por su fraccionamiento y ese fraccionamiento genera un movimiento incesante entre los actores que la componen ¿Cuáles son las variables y dinámicas para considerar y entender el juego de poder, la política en tiempos electorales? Me atrevo a proponer lo siguiente.

Primero. Existe una regla muy sencilla. Gana el que acumula más votos: en primera vuelta de forma absoluta, en segunda vuelta de forma relativa. 

Segundo. Tenemos 43 partidos en disputa, una fragmentación enorme. Ningún partido tiene asegurado nada en una elección. Los partidos son asociaciones de pertenencia e intereses.

Tercero. Tenemos más de 50 precandidatos que representan a los partidos inscritos. Los candidatos son individuos que representan los intereses de los partidos y están movilizados por el ego y el sentido de oportunidad.

Cuarto. Los votantes son los ciudadanos que ejercen su derecho voluntaria o involuntariamente (en Perú el voto es obligatorio hasta los 70 años). Cuando es voluntario, el ciudadano que vota va motivado por un programa de necesidades que busca resolver. El que va obligado, está sujeto a influencias, intereses, al premio (el táper, la propina), y la comodidad (hacerlo rápido y sin pensar).

Quinto. Los agentes son aquellos individuos y organizaciones que influyen en los partidos, los candidatos y en los votantes para lograr sus intereses. Un agente puede ser un medio de comunicación, un líder de opinión, una iglesia, un grupo empresarial, un gremio, una asociación, un club, etc.

Sexto. La relación entre los Partidos, los Candidatos, los Ciudadanos y los Agentes es compleja y dinámica. Por ejemplo, los candidatos y ciudadanos participan en los agentes: en un club como socios o en un gremio como representado, en una iglesia como feligrés o en un grupo empresarial como empleado o consultor; también pueden ser parte de agrupaciones políticas, lo que hace que los intereses personales y grupales se crucen con las necesidades del país y del bienestar general.

Dicho lo anterior, el escenario político es complejo y poco predecible. La predictibilidad es lo más deseable para un país.

En un contexto como el actual los votantes pueden mostrar interés o no, tener conocimiento sobre las opciones políticas o no, pueden disponer de apertura a argumentos diferentes o no. El hecho que muestren interés puede ser un movilizador a participar ¿qué les haría interesarse por un proceso electoral? Que conozcan puede ser un fundamento para entender lo que la oferta electoral ofrece ¿qué se debe hacer para que inviertan tiempo y energía en conocer las opciones? Que tengan apertura es el fundamento para crearse una opinión en base a diferentes alternativas o posiciones ¿qué podría generar apertura? Interés, apertura y conocimiento son factores claves para un electorado crítico y competente para las elecciones. Los agentes, candidatos y partidos interesados en una posición crítica y exigente de la demanda frente a la oferta electoral debiesen considerar estos tres puntos.

La fragmentación actual impide a los partidos ganar por sí solos, entonces, tendrán que negociar para integrar intereses, ceder posiciones, enfocarse en sus fortalezas y generar acuerdos. Existen dos fuerzas que juegan a favor o en contra (depende cómo se le mire). Una centrífuga que impide lograr consensos debido a los egos, intereses, compromisos excluyentes, recursos suficientes. Otra, centrípeta, que permite integrar gracias al control de las pasiones, necesidad de recursos, ambición alineada de poder, análisis críticamente las opciones, intereses comunes, sinergias. Considerar estas variables en la creación de frentes comunes será fundamental.

Tanto oferta como demanda están inscritos en marcos mentales que los hace avanzar o retroceder, acercarse o alejarse de posiciones comunes y consensuadas. He identificado dos orillas (por llamarlo de alguna forma) y cuatro posiciones que pueden componer estos marcos mentales que será necesario reconocer para gestionar.

La orilla conservadora, que representa la resistencia al cambio, la rigidez e intransigencia basada en los principios y valores que sustentan su forma de ver el mundo. Ante un problema o amenaza nos volvemos conservadores, porque queremos conservar lo que tenemos o hemos logrado.

La orilla liberal, representa la apertura al cambio, a integrar posiciones, a consensuar, es una posición que parece más porosa, pero que se basa en la libertad y en la igualdad de oportunidades. Tendemos a ser liberales cuando no hay amenazas fundamentales y cuando el futuro se presenta con más claridad, cuando es más predecible.

La posición tecnocrática representa a quienes piensan que el diseño técnico de las organizaciones, las políticas y los planes son lo central, que ajustarse el cinturón y los daños colaterales son parte del juego para lograr la prosperidad. La prosperidad es una especie de tierra prometida que sólo se puede alcanzar siguiendo este camino.

La posición demagógica representa a quienes ofrecen lo que otros quieren escuchar, hacer justicia sin proceso, distribuir el dinero sin responsabilidad, prometer sin consecuencias. Del otro lado, están quienes quieren escuchar estas promesas por un sentido de revancha, de justicia divina, de castigo a la clase dominante y a la historia que siempre los trató mal.

La posición clientista es la que funciona con planes enfocados en intereses de ciertos agentes como la retribución a la posición alcanzada por candidatos y partidos (o autoridades y partidos, después de las elecciones) que de otra forma no podrían haber logrado. El clientismo es la forma actual de la política peruana, las autoridades pagan favores y los agentes invierten en ellas para lograr sus objetivos.

La posición egoísta es aquella que solo vela por intereses particulares, todo el esfuerzo es guiado por la conveniencia específica de un partido, un agente, un grupo. El interés y bienestar del resto no es importante, solo vale la oportunidad abierta y aprovecharla al máximo.

Ninguno de estas cuatro posiciones se da en estado puro. 

Por último, podemos entender la clave de la oferta electoral como una dinámica entre un programa, un líder y el electorado. Los programas están representados por los partidos y los líderes por candidatos. Un electorado capaz es aquel que comprende un programa, qué ofrece, qué implica, cuál es plan para lograr sus objetivos, cuál es su participación en él. Los líderes representan a esos programas. Los candidatos son individuos que encarnan los valores del programa y le da un carácter único debido a su propio carisma. Un buen programa con un buen líder suma una parte fundamental de la oferta electoral. La otra parte es la campaña en sí. La campaña es cómo el programa y el líder ser comportan en la realidad, entre los competidores, enfrentando a la prensa, relacionándose con los agentes, pulseando la situación para adaptarse a los momentos. Es en la campaña cuando el electorado los observa en acción, cuánto de tecnocrática, de clientista, demagógica o egoísta es en momentos de la verdad. Una campaña está compuesta por una estrategia y diferentes cuerdas, cada cuerda actúa en diferentes frentes. 

El frente público: en política todo puede ser convertido en público, por lo tanto, es necesario revisar antecedentes, manejar las hojas de vida, anticiparse a posibles problemas. 

El frente privado: es aquel que es necesario mantener entre cuatro llaves, información sensible, alianzas, estrategias, recursos, etc.  

El frente externo: se produce cuando los candidatos, los partidos, los agentes y el electorado se relacionan públicamente.

El frente interno: es cuando los candidatos, partidos y agentes se relacionan para establecer, revisar y coordinar las estrategias, tácticas y actividades.

Cuántas campañas ha sucumbido por escándalos privados expuestos en medios de comunicación, a peleas internas que quiebran alianzas, cuántas han fracasado cuando el candidato se separa de su programa, cuántas cuando los agentes dejan de apoyar a uno por irse con otro que exhibe una mejor performance.

En fin, hemos revisado una serie de definiciones que nos van a permitir analizar la situación de cara a las elecciones el próximo año.



Perú: modelo creado por IA

Hoy desperté con una idea. Puse a la IA Grok en frente y le hice el siguiente pedido, a lo que me devolvió la siguiente respuesta.

PEDIDO

Utiliza las ideas expuestas en los siguientes libros: Democracia de Charles Tilly; Anarquía, Estado y utopía de Robert Nozik; Justicia como equidad, de John Rawls; Las pasiones y los intereses de Albert Hirschman, La justicia de Tom Campbell; El erizo y el zorro de Isaiah Berlin; La Política de Aristóteles; El Príncipe de Maquiavelo; La República de Platón y; Allegro ma non troppo de Carlo María Cipolla. Con esas ideas, produce un modelo de convivencia social para el Perú adaptada a la forma en la que las sociedades actuales evolucionan y se relacionan. Hazlo en no más de mil palabras. Indica las ideas principales y qué sugerencias se desprenden para ser aplicadas en el Perú.

RECOMENDACIÓN

1. Modelo de Convivencia Social para el Perú: Principios y Sugerencias

Basado en las ideas de los textos mencionados, se propone un modelo de convivencia social que responde a las dinámicas de las sociedades contemporáneas, con énfasis en el contexto peruano. Este modelo integra principios de justicia, gobernanza, pluralismo y pragmatismo, adaptados a los desafíos de desigualdad, diversidad cultural y polarización política en el Perú. A continuación, se presentan las ideas principales de los autores, su síntesis en un modelo coherente y sugerencias prácticas para su aplicación.

2. Ideas Principales de los Autores

2.1. Charles Tilly (Democracia): Tilly define la democracia como un proceso dinámico de interacción entre ciudadanos y gobernantes, basado en consultas amplias, igualdad de derechos y protección contra el poder arbitrario. La democracia requiere instituciones robustas y participación ciudadana activa para garantizar legitimidad y equidad.

2.2. Robert Nozick (Anarquía, Estado y Utopía): Nozick propone un Estado mínimo que protege los derechos individuales (vida, libertad, propiedad) sin intervenir en la distribución de recursos más allá de lo necesario. La justicia se basa en la legitimidad de las transacciones y la libertad individual, no en la redistribución.

2.3. John Rawls (Justicia como Equidad): Rawls plantea que una sociedad justa se basa en principios acordados bajo un “velo de ignorancia”, priorizando la igualdad de oportunidades y el beneficio de los menos favorecidos (principio de diferencia). La justicia exige instituciones que promuevan equidad estructural.

2.4. Albert Hirschman (Las Pasiones y los Intereses): Hirschman analiza cómo los intereses económicos pueden moderar las pasiones políticas, promoviendo estabilidad social. La búsqueda de intereses individuales, canalizada adecuadamente, fomenta la cooperación y el desarrollo.

2.5. Tom Campbell (La Justicia): Campbell aboga por una justicia práctica, centrada en procedimientos transparentes y equitativos que equilibren derechos individuales y necesidades colectivas, con énfasis en la aplicación consistente de normas.

2.6. Isaiah Berlin (El Erizo y el Zorro): Berlin defiende el pluralismo de valores, reconociendo que los ideales humanos son diversos y a menudo incompatibles. Una sociedad debe tolerar esta diversidad sin imponer una única visión moral o política.

2.7. Aristóteles (La Política): Aristóteles subraya la importancia de la comunidad política orientada al “bien común”. La virtud cívica y la participación en la vida pública son esenciales para una sociedad equilibrada, con un gobierno mixto que combine elementos democráticos y aristocráticos.

2.8. Nicolás Maquiavelo (El Príncipe): Maquiavelo enfatiza el pragmatismo en la política. Los gobernantes deben combinar virtud (capacidad de liderazgo) y fortuna (adaptación a las circunstancias) para mantener la estabilidad, incluso si requiere decisiones moralmente ambiguas.

2.9. Platón (La República): Platón aboga por una sociedad ordenada liderada por gobernantes filósofos que buscan la justicia como armonía entre las partes de la sociedad. La educación y el liderazgo ético son fundamentales para la cohesión social.

2.10. Carlo María Cipolla (Allegro ma non troppo): Cipolla, con su teoría de la estupidez, advierte que las acciones individuales irreflexivas pueden dañar el bienestar colectivo. Una sociedad debe promover la racionalidad y la cooperación para minimizar comportamientos destructivos.

3. Modelo de Convivencia Social

El modelo propuesto, denominado Convivencia Pluralista y Equitativa, se basa en cuatro pilares fundamentales que integran las ideas de los autores y responden a las dinámicas sociales actuales:

3.1. Justicia Equitativa (Rawls, Campbell, Platón): La sociedad debe garantizar igualdad de oportunidades y priorizar a los sectores más vulnerables, como propone Rawls. Esto implica instituciones transparentes (Campbell) y liderazgos éticos (Platón) que diseñen políticas públicas inclusivas, como acceso universal a educación y salud.

3.2. Pluralismo Activo (Berlin, Aristóteles): Inspirado en Berlin, el modelo reconoce la diversidad cultural, étnica y política del Perú, promoviendo un diálogo inclusivo que respete valores diversos. Siguiendo a Aristóteles, fomenta la virtud cívica a través de la participación ciudadana en espacios deliberativos locales.

3.3. Estado Eficiente y Limitado (Nozick, Maquiavelo): Un Estado que protege derechos individuales (Nozick) y actúa con pragmatismo (Maquiavelo) para garantizar estabilidad. En el Perú, esto implica un gobierno que combata la corrupción y priorice la seguridad ciudadana sin caer en autoritarismos.

3.4. Cooperación Racional (Hirschman, Cipolla, Tilly): Canalizar los intereses individuales hacia el bien común (Hirschman) requiere instituciones democráticas sólidas (Tilly) que incentiven la cooperación y minimicen comportamientos destructivos (Cipolla). Esto incluye fomentar el emprendimiento y la innovación, pero con regulaciones que eviten desigualdades extremas.

4. Aplicación en el Perú

El Perú enfrenta desafíos como la desigualdad económica, la desconfianza en las instituciones, la polarización política y la diversidad cultural. Las siguientes sugerencias, derivadas del modelo, abordan estos problemas:

4.1. Fortalecer Instituciones Democráticas (Tilly, Campbell): Reformar el sistema judicial y electoral para garantizar transparencia y acceso equitativo. Por ejemplo, implementar tribunales anticorrupción independientes y digitalizar procesos electorales para reducir el fraude.

4.2. Políticas Redistributivas Inclusivas (Rawls, Platón): Diseñar programas de inclusión social, como becas educativas y subsidios focalizados, para reducir la brecha entre zonas urbanas y rurales. Inspirado en Platón, se debe invertir en educación cívica para formar ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes.

4.3. Promover el Diálogo Intercultural (Berlin, Aristóteles): Crear consejos regionales que incluyan representantes de comunidades indígenas, afroperuanas y urbanas para deliberar sobre políticas públicas. Esto respeta la diversidad (Berlin) y fomenta la virtud cívica (Aristóteles).

4.4. Impulsar la Economía con Equidad (Hirschman, Nozick): Fomentar el emprendimiento mediante incentivos fiscales para pequeñas empresas, pero con regulaciones que eviten monopolios. Esto canaliza intereses económicos (Hirschman) mientras protege derechos individuales (Nozick).

4.5. Combatir la Estupidez Social (Cipolla, Maquiavelo): Implementar campañas educativas que promuevan la racionalidad y el pensamiento crítico, junto con liderazgos pragmáticos (Maquiavelo) que prioricen soluciones prácticas, como mejorar la infraestructura en regiones marginadas.

4.6. Participación Ciudadana Activa (Tilly, Aristóteles): Establecer plataformas digitales y presenciales para que los ciudadanos participen en la toma de decisiones locales, como presupuestos participativos, fortaleciendo la legitimidad democrática.

5. Conclusión

El modelo de Convivencia Pluralista y Equitativa combina justicia, pluralismo, eficiencia estatal y cooperación racional para abordar los desafíos del Perú. Al integrar las ideas de Tilly, Nozick, Rawls, Hirschman, Campbell, Berlin, Aristóteles, Maquiavelo, Platón y Cipolla, se propone una sociedad que equilibra libertad individual, equidad y participación colectiva. Las sugerencias prácticas, como fortalecer instituciones, promover el diálogo intercultural y fomentar la economía con equidad, son pasos concretos para construir una convivencia más armónica y justa en el contexto peruano

EPIC Universe y una distopía tecnológica.

Por algo cambió el itinerario del vuelo. 

Fui con Katia y Emi a Orlando, el plato de fondo fue EPIC Universe, el parque de diversiones de Universal que está en marcha blanca y pronto a inaugurarse, un festín de experiencias, contenidos, juegos y tecnología que costó más de 5 mil millones de dólares y demoró 7 años en construirse. Para los fanáticos, la panacea; para Disney, un dolor de cabeza.

De regreso, el vuelo que salía de Orlando para Atlanta demoró muchas horas más e impidió que enganchara con el que nos traería a mi familia y a mí de regreso a Lima. Esas horas adicionales pudieron convertirse en un infierno, pero no fue así. Personas y máquinas nos guiaron por aquí y por allá dando información, actualizando las aplicaciones, indicando la ubicación de las maletas, emitiendo una reserva para un hotel y cupones de consumo y transporte sin necesidad de reclamar. Los problemas ocurren, pero la tecnología está para disminuir al máximo las fricciones y con ellas la tensión y la angustia que conlleva los cambios de planes.

Entré a una tienda para husmear entre revistas y libros. Me encantan las revistas y no pude evitar comprar la última HBR con un especial de estrategia, una Natgeo con el tema de Dios en portada, una Scientific American con un especial de IA y The Atlantic con un especial de Donald Trump. En la caja, me topé con un libro de HBR titulado “The Year in Tech 2025” que, por supuesto llevé y devoré en el avión.

En los vuelos largos siempre sobra tiempo, sobre todo si uno no puede dormir. Al terminar el libro reflexioné sobre las máquinas y la tecnología:

-       Los robots se están humanizando a una velocidad endemoniada. La humanización no viene por la atropomorfización de la apariencia, sino por la relación basada en la humanización selectiva: calidez en la voz, frases precisas, soluciones concretas, emocionalidad en las respuestas, intuición para adivinar una necesidad, etc.

-       Los sensores ya no son solo de cercanía, la biométrica genera una precisión y personalización nunca vista antes, integra biología con contexto (temperatura, velocidad, luminosidad, entre otros) y permite una ambientación que linda con la cotidianeidad hogareña.

-       La memoria está en una y en todas partes a la vez, los datos relacionados a nosotros son omnipresentes, si existe historia registrada, hay una trazabilidad clara hacia el pasado y un conocimiento preciso del presente relacionado a cada uno.

-       La inteligencia está a nuestra disposición, permite a las máquinas relacionarse con nosotros usando las técnicas humanas basadas en la emocionalidad.

El tiempo también me alcanzó para pensar en otras cosas. Estamos tan alucinados con las posibilidades que nos da la tecnología que nos olvidamos de las consecuencias y riesgos. Se trata del lado “B” de la realidad. Aquí algunas ideas:

-       Estamos desarrollando tecnología para crear máquinas cada vez superiores y las estamos entrenando para hacernos la vida más fácil.

-       ¿Por qué nuestra obsesión de que las máquinas nos faciliten la vida?, ¿hasta qué punto?, ¿de volvernos inútiles?

-       Le estamos entregando toda nuestra información, conocimiento y sabiduría para que nos puedan servir mejor.

-       Hemos creado el LLM para que ellas se comuniquen mejor con nosotros y nosotros con ellas.

-       Le estamos enseñando a interactuar a través de técnicas de manipulación sicológica y de gestión del comportamiento. Ya sentimos su omnipresencia y su capacidad en las relaciones de comunicación comercial, política y transaccional.

-       Le estamos dando capacidades de predicción que exceden nuestras capacidades. Pueden establecer escenarios con un nivel de precisión igual o superior al del Doctor Strange con su gema del tiempo.

-       Las máquinas no tienen emociones, las simulan para relacionarse con nosotros. ¿Tiene algoritmos éticos para definir los límites en sus decisiones?

Los desafíos son enormes y no quiero sonar apocalíptico. Mi definición de cabecera de estrategia es el arte de crear poder. El poder no tiene bandera ni emociones, solo es la capacidad de dominio sobre algo (objeto, espacio, sistema). El poder absoluto es el que no se nota (sino pregúntense por el poder que ejerce una iglesia sobre sus feligreses, una marca como Apple sobre sus clientes o TikTok sobre su comunidad).

Es posible que llegue el momento en que las máquinas no necesiten de los seres humanos para crear tecnología y ser autosustentables (esto da para otro post relacionado con la autopiesis, la praxis, la voluntad y la capacidad de crear conocimiento). Es posible que ese momento llegue sin que nos demos cuenta, precisamente por la definición de estrategia y poder que acabo de dar y que, de seguro, ya está en sus dominios aunque la estén aplicando de forma básica.

Tremendo desafío: mantener nuestra capacidad de asombro, a la vez estar vigilantes para no ser tomados por sorpresa.

Las Conversaciones

La última novela de David Toscana, El peso de vivir en la tierra, comienza así:

“Cuando un compañero de trabajo le comentó a Nicolás que había muerto Jim Morrison, él mostró un poco de interés. Hace cuatro meses murió Stravinski, le respondió. ¿Por qué entonces no me dijiste nada? Aborrecía el empeño de la gente por ser los primeros en dar alguna noticia, sobre todo noticias puntuales: un resultado deportivo, un accidente, una muerte, muchas muertes. Apenas en esa semana le habían preguntado: ¿supiste que tembló en Chile?, ¿que aterrizó aquí en Monterrey el avión secuestrado de Braniff?, ¿que nacieron nonillizos en Australia?, ¿que asesinaron a veinticinco mexicanos en California?, ¿que murió Armstrong? Con esta última noticia Nicolás preguntó si era el astronauta; pero no, se trataba de un trompetista. Nicolás hizo una apuesta consigo mismo y dijo: ¿supiste que murió Iván Illich? El compañero se quedó en silencio. Entonces le preguntó si sabía que habían asesinado a Fiódor Pávlovich Karamazov o que Ana Karenina se había suicidado… y para cuando preguntó si sabía que Yuri Zhivago había quedado tendido exánime a media calle, su compañero se había marchado”.

Las conversaciones son como la ligazón, el pegamento, los campos donde se producen las relaciones. Pueden ser verbales o no verbales, solo basta una intención, un tema común y dos o más personas. Lo que pasa en la novela con Nicolás y su compañero de trabajo es exactamente lo opuesto, y es una buena analogía de lo que pasa en estos tiempos.

En la era del vértigo tecnológico, de la angustia por lo último, de la hiperconectividad y del exceso de información hay pocos lugares donde refugiarse, donde ser humano. Uno de ellos son las conversaciones, esa actividad que conecta a los seres humanos mediante el intercambio de palabras. Hay palabras fuertes como gozo, muerte, dios, pecado, amor, odio, venganza. Hay palabras cargadas de sentimiento, por ejemplo, los sustantivos propios Madonna, Messi o Trump. Hay otras que, bien hiladas, generan ideas que pueden cambiar el mundo, como las conversaciones entre Niels Bohr y Albert Einstein, donde uno y otro ponían a prueba sus experimentos mentales; o las negociaciones entre Churchill, Stalin y Roosevelt, que definieron el futuro del planeta por los siguientes cincuenta años. Dicen algunos que no hay frase más potente que “amor, ya te deposité”.

El progreso se ha basado en la creación de ideas, teorías, en descubrimientos y en la innovación tecnológica. Al parecer, todo el esfuerzo en este sentido se ha enfocado en facilitar la vida humana: medicinas para curar y para extenderla; máquinas para ahorrarnos el trabajo físico; sensores de todo tipo para no usar nuestros sentidos; inteligencia artificial para que no pensemos en solucionar problemas. Es como si nuestra especie estuviera abocada a convertirnos en un pedazo de carne sin enfermedades ni carencias físicas, ni necesidades o deseos por satisfacer. Incluso, sin angustias o ansiedades.

En esta carrera hacia la satisfacción plena y, por extensión, al reposo absoluto, nos quedan las conversaciones, una actividad que se produce en la pequeña porción de cuerpo donde residen el alma, los sueños, los mundos imaginarios, los sentimientos y la voluntad. Desde ahí la boca emite sonidos, la vista mide el espacio, el oído nos alerta, la nariz nos prepara para lo inevitable, la lengua y la piel reaccionan al presente inmediato. El cerebro es el hogar de los mundos que compartimos a través de las conversaciones.

En las conversaciones podemos definir quién es la otra persona, qué tan profundo es su razonamiento, qué tan amplio su mundo, cómo concibe la realidad; a través de las preguntas que nos hacemos, en las respuestas que nos damos, en la inferencia del pensamiento detrás de las preguntas y de las respuestas, y del impacto que ellas producen en nosotros.

He podido clasificar cuatro clases de conversaciones. La primera es la que llamo las Repetitivas, en las que transmitimos lo que escuchamos o sacamos de las noticias, las redes sociales, los líderes de opinión, influenciadores, expertos, en las tendencias de moda y libros que funcionan como pequeñas biblias. Las repetimos porque es fácil hacerlo: se requiere poca energía, son divertidas y están hechas a la medida de nuestros gustos y preferencias. Son el tipo de conversaciones circulares impulsadas por el desarrollo tecnológico, los intereses ideológicos y económicos. La segunda son las Normadas, esto quiere decir, las que están parametradas por normas explícitas o implícitas y que algunas veces requieren de conocimiento técnico; entre ellas podemos identificar las legales, las religiosas, las de negocios, o las conversaciones académicas. La tercera son las que llamo conversaciones Críticas, donde nos exigimos mucho más porque requieren de lógica, conocimiento, argumentación y aceptar a veces que la contraparte contribuye más; son conversaciones donde se busca presentar y defender una idea y en la que todas las partes se ven beneficiadas con el aporte. La cuarta y última son las conversaciones Creativas, las que permiten soñar, las que construyen realidades nuevas. Se dan en una pareja de enamorados cuando proyecta su futuro, en dos emprendedores que imaginan un negocio, entre científicos cuando especulan sobre la materia, o entre filósofos cuando explican de nuevas formas por qué existimos. Se dan en la imaginación de un escritor cuando hace conversar a sus personajes, en la mente del lector cuando imagina esas conversaciones.

En tiempos que apuntan al reposo del cuerpo, su extensión en el tiempo y a su satisfacción plena, quizás sea interesante valorar los desequilibrios propios de nuestra naturaleza, esos que nos hacen caminar para buscar comida, tocar puertas para encontrar trabajo, seducir para reproducirnos. Desequilibrios que estimulan nuestra inteligencia, que definen nuestro nivel de insatisfacción, que gatillan la curiosidad, la imaginación que produce ideas dignas de compartir en conversaciones críticas y creativas, precisamente a lo que Nicolás y su compañero renunciaron en el momento que decidieron empeñarse a contar “las novedades” de lo que a uno le interesaba y al otro no.

 

NOTA: Este texto fue publicado en Jugo (https://jugo.pe/las-conversaciones/). Si no lo escuchaste, lo comparto también aquí.

sábado, 18 de enero de 2025

¿Viste alguna vez la estatua de un comité?



“I’ve searched all the parks in all the cities and found no statues of committees.” (He buscado en todos los parques de todas las ciudades y no he encontrado estatuas de comités)
G.K. Chesterton

Esta pregunta me la hice después de una serie de reuniones en el transcurso del último año. Me llama a la reflexión por dos motivos, el primero debido al temor de algunos líderes cuando se trata de tomar riesgos para innovar y, el segundo, está relacionado con los niveles de decisión y autonomía que existe en las organizaciones para actuar con determinación en estos temas. La innovación ya no es un asunto de moda alocado en una unidad externa o de especialistas, sino una filosofía con la cual enfrentar los desafíos organizacionales. La innovación ha demostrado ser una filosofía, una disciplina y un método con un tremendo impacto. ¿Por qué es tan difícil adoptarla?

Es posible que sea por desconocimiento, por incertidumbre o por temor.
El desconocimiento se resuelve rápido, basta tomar un curso, conocer experiencias exitosas y de fracaso, sopesar los pro y los contra y hacer una prueba.
La incertidumbre es un poco más compleja porque enfrenta al líder y su equipo a océanos no explorados y debe ser capaz de tomar riesgos. La clave en este punto es usar correctamente el método: los prototipos y MVP evaluables proporcionan un alivio enorme.
El miedo es mucho peor, el miedo paraliza e impide avanzar. El miedo tiene muchas máscaras: procesos de aprobación complejos, límites presupuestales, controles extremos, modelos mentales rígidos, complacencia con la situación actual, la comititis. El consenso es útil para la gestión de crisis, para calcular riesgos financieros, pero limitante para explorar nuevos territorios.

¿A dónde hubiera llegado Colón si hubiera decidido en un comité la ruta hacia las Indias?, ¿qué hubiera sido del FordT si Henry Ford hubiera llamado a un comité para decidir el vehículo a fabricar?, ¿existirían SpaceX, Apple, Amazon o Google como causa de un comité?, ¿un comité generó Innova Schools, Yape o Inca Kola?

Puede haber un comité de innovación, sin duda, en donde se revisen iniciativas de este tipo, es muy importante en una organización que abraza la cultura de innovación. Ahí si funciona.

La pregunta, entonces, cae de madura, ¿por qué estamos tan mal en ese tema, desde el Estado, las instituciones públicas, las ong´s y las empresas de todo tipo?, ¿es a causa del desconocimiento, de la incertidumbre o del temor? En las tres opciones, el rol de los líderes es clave: en el primero, desafiarse para conocer; en el segundo, decidirse a tomar riesgos; el tercero, cambiar el marco mental.

El líder siempre está al centro, el líder, mientras más arriba, más solo se encuentra, un buen líder reconoce sus limitaciones, un buen líder es capaz de dar autonomía a su gente, confiar en ellos, hacer suyas las decisiones que toman, un buen líder es el que abraza el cambio y el cambio es riesgo. Un líder que no abraza el cambio, que se esconde detrás del comité, no durará mucho en tiempos de fronteras porosas, globalidad, tecnología, inteligencia artificial, dinamismo y cambio.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Presentación La Vespa Rosada (14.11.2024)

Hola a todos y mil gracias por estar aquí acompañándome en el lanzamiento de La vespa rosada. A mi familia, a mi madre, mis hermanos, sobrinos, primos, a mis amigos y a mis compañeros.

Agradezco a Mónica Tejos quien ha sido la guía de este trabajo, sin su paciencia, profesionalismo y buen humor habría sido imposible estar acá.

Agradezco, también, a mi querido colega y amigo Julio Flores por sus generosas palabras y a mi profesor Carlos Yushimito que me impulsó a terminar el relato titulado Wayku, con el que di inicio a la tarea iniciar este proyecto.

Pero, sobre todo, quiero agradecer a Katia, mi esposa y compañera de viaje, por su apoyo, por darme los grados de libertad necesarios para hacer tantas cosas, por su amor. Nos acompaña Emi, mi hija en representación de sus hermanos Valentina y Tomás. Ellos fueron mis cómplices y testigos del desarrollo de estos cuentos, ellos supieron antes que nadie que había uno titulado El tren instantáneo, otro La vespa rosada, y así. Fueron testigos en un viaje que hicimos a Europa de las últimas correcciones que hacía mientras nos movíamos en tren o antes de ir a dormir.

Toda ficción es una autobiografía, quizás por eso mi trabajo final en el Magister de Escritura Creativa que terminé hace poco en la Universidad Adolfo Ibáñez se llama Autoinvención, porque no hay forma de escribir sobre cualquier cosa evitando nuestra propia forma de ver el mundo. Hay quienes pueden hacerlo desde arriba, como un dios omnisciente, son los genios que nos sorprenden como mi querido Anton Chejov, o Tolstoi, o Tabucchi, o Borges, Poe, Manuel Rojas o Roberto Bolaños, pero, incluso ellos no pueden escapar a los encuadres que sus propias historias e interpretaciones de la realidad los someten. El solo hecho de decidir qué escribir es una señal de quién es el autor. 

Dicho esto, la Vespa rosada dice mucho de su autor, de mí, algunas historias suceden en Chile, otras en Perú, una en México y otra en Rusia, de algunas fui testigo o actor secundario, de otras fui inspirado por sucesos que me contaron, todas están salpicados por la imaginación y la invención, en realidad, todas son una invención, porque siguiendo mi tesis de que es imposible relatar los hechos tal como sucedieron, porque la memoria y los datos no son suficientes, tuve que echar mano a la creatividad para unir sucesos que parecían inconexos, darles brillo y tensión. Al leer La vespa rosada, verán que todos los relatos tienen vasos comunicantes. Para quienes me conocen bien, podrán descubrirlos rápidamente. Es un libro de relatos de ficción, nada de lo que cuento fue tal como sucede allí, es imposible que así sea, pero allí estoy, en cada una de las líneas escritas.

El primer relato, Regresión, es la historia de un muchacho inquieto por una fijación con las tierras altas de Escocia, que se somete a una regresión, para descubrir que tenía un trauma no resuelto en una vida anterior.

El segundo, Pakal, es la historia del mismo muchacho, Vicente Ferrer, que narra muchos años después a un amigo, una historia que le sucedió en Palenque la ciudad maya al sur de México, y que lo marcará de por vida. 
El tercero, el tren instantáneo, es la narración del viaje que hace Vicente a Vladivostok, Rusia, como resultado de la recomendación de su psicoanalista. Esta historia está inspirada en una idea de Nicanor Parra.

El cuarto, Wayku, fue el que dio inicio a la idea de este libro. Está inspirado en las anécdotas e historias que me han contado muchos amigos mineros en Perú, en especial el buen Jean Pierre Padrón.

El quinto, el que da el título al libro, La vespa rosada. Es la historia de lo que una moto puede hacerle a uno si no la trata con respeto. Yo tuve una Vespa, no rosada, sí negra, que mi inconsciente trajo a la superficie para hacerla vivir.

El sexto y último, El insoportable. Aquí cito a mi amigo, el poeta José Luis Mejía, "es la historia de un quico escondiéndose en un bar para no mostrar la verdadera piel entre los suyos…"logró su cometido de serme odioso y vil, sobre todo en su trato a los empleados del bar". 

Durante muchos años hemos venido conversando con Matías Movillo, gran artista, gran amigo y sparring en temas sesudos e intelectuales, al que aprovecho de publicitar la muestra de sus últimas obras que están siendo exhibidas estos días. Él me ha enseñado que una obra es lo que es, es lo que muestra y que el artista o autor no debe esperar una interpretación más allá de lo que la cosa, el artefacto o el objeto expresa con su materialidad. Si otros interpretan, allá ellos, pero el valor de la obra es por lo que es. 

He pensado mucho en esto cuando el libro terminado llegó a mis manos. Haciendo una analogía, lo que leerán es lo que leerán, no hay segundas ni terceras intenciones, son historias que narran aventuras de sus personajes, con acciones, tramas, nudos y resoluciones que son los que son. Podrán decir que Vicente Ferrer es Benjamín Edwards, pero no, Vicente es Vicente, es un ser autónomo que vive en otra dimensión (la de mi imaginación) y que se nutrió de ella para poder existir. Lo mismo sucede con Anselmo Ruiz, Ignacio Bustamante o Ramón Cangallo. 

Y no me estoy contradiciendo con lo que dije en un inicio, porque si bien no soy ninguno de los protagonistas que aparecen en los relatos, sí soy los relatos y esos relatos soy yo.

Mil gracias por acompañarme hoy, estoy muy feliz.

domingo, 3 de noviembre de 2024

El marco y la crítica (texto publicado en revista Seisdedos)

El marco y la crítica

Vicente Ferrer


Walter Benjamin acuñó dos grandes ideas: el autor como productor y la literatura como mercancía (La tarea del crítico, 105). El triunfo del capitalismo y la irrupción de la tecnología como motor de progreso, a inicio del siglo pasado, confluyeron para dar vida a estas ideas que marcarán una parte importante de la crítica cultural hasta hoy. El crecimiento de las clases medias y la reconfiguración de la forma de producción y consumo generaron enormes tensiones entre la emergente cultura popular y la cultura como se entendía hasta ese momento: la alta cultura. Quizás por eso, Theodor W. Adorno afirmó que “cuanto más total es la sociedad, tanto más cosificado está el espíritu y tanto más paradójico es su intento de liberarse por sí mismo de la cosificación” (Crítica a la cultura y a la sociedad, 29). La globalización de los paradigmas y la estandarización de los gustos deja menos espacio para la irrupción del espíritu humano en su excelencia intelectual y creativa. “El espíritu crítico (continúa Adorno), si se queda en sí mismo, en autosatisfecha contemplación, no es capaz de enfrentarse con la absoluta cosificación de tuvo entre sus presupuestos el progreso del espíritu, pero que hoy se dispone. Desangrarlo totalmente” (Crítica a la cultura y a la sociedad, 29). Adorno levanta una alerta con la forma de denuncia: la totalización vista como un sistema social que impone una cultura única o como una totalización de las formas de producción que buscan satisfacer las necesidades de una masa de personas ajenas a la cultura como él la entiende, son una amenaza mortal a las formas de conservación y de creación de la cultura desde la Ilustración hasta fines del siglo XIX. 

La sociología y la psicología social han desarrollado el concepto “marco”. George Lakoff indica que marco se denomina a las “estructuras mentales que moldean nuestra visión del mundo” (No pienses en un elefante, 11), lo que define los objetivos y los planes que nos trazamos, y la forma en la que actuamos. Modificar estos marcos genera un cambio social. Cuando se insertan conceptos, modismos o modas influenciados por un substrato ideológico estas estructuras mentales se reafirman, se erosionan o cambian, dependiendo de si se encuentra consolidado, en decadencia, o si irrumpe con novedad o violencia. Se puede entender, por lo tanto, la crítica de Adorno al jazz en su marco, en el sistema de creencias donde fue formado y educado (fue alumno del Alban Berg, por ejemplo), en la esperanza de excelencia del espíritu humano y en los marcos generales en los que operaba hasta ese momento la crítica. En este contexto para él, el jazz, tiene “indudable la presencia de elementos africanos” (Moda sin tiempo,128) y “es un manierismo de interpretación” (Moda sin tiempo,129). Es imposible no hacer referencia a la teoría del Orientalismo de Said en cuanto a la forma en la que discrimina la música docta del jazz, haciendo una diferenciación entre lo propio y el resto con ecos del colonialismo, de las indias o del mundo insular exótico. Adorno cae en la trampa de criticar al jazz partiendo de la premisa de lo ajeno y lo primitivo. Sin embargo, y a pesar de ello, su análisis parece tener un trasfondo mayor, relacionado a una profunda insatisfacción con la poca rigurosidad con la que sus colegas aplicaban al análisis del fenómeno emergente que significaba el jazz como música de masas y no como música docta. En este sentido, la crítica al jazz es un ejemplo de cómo un crítico debe abordar un tema desde el más profundo compromiso del análisis. Como un cocinero experimentado que pela una cebolla, bate la clara y la yema, maneja el calor en un sartén, conoce la cantidad exacta de mantequilla y el tiempo que necesita una omelette, parece indicarnos cómo un crítico debe ser capaz de comprender el objeto criticado, utilizar las herramientas de análisis como ingredientes, tener un método adecuado para tal fin, un conocimiento del asunto que le permita abordar el problema y tener puntos de comparación que permitan encontrar el valor o el residuo de lo criticado. Adorno detecta en su época un síntoma que se generalizaría en las décadas futuras: la incapacidad y la incompetencia del crítico en encontrar el valor real y perdurable de los aportes culturales en el arte. Para Adorno el jazz no es comparable a la composición de música clásica ni menos a una interpretación que requiere de talento y rigurosidad. El jazz es primitivo no por provenir de África, sino por esconder en un empaque de improvisación una estructura primitiva y previsible que limita más que libera al genio creador. Borges parece estar de  acuerdo con Adorno cuando compara los orígenes del tango con los del jazz. Dice Borges, “según todos, el tango surge en los mismos lugares en que surgiría, pocos años después, el jazz en Estados Unidos. Es decir, el tango sale de las “casas malas”, refiriéndose a los burdeles y prostíbulos de Buenos Aires. (El tango, 33). Edward Said también parece acercarse a Adorno cuando habla de música por cuanto descubre y describe a la excelencia musical en la especialización y profundización creativa e interpretativa. Pone como ejemplo que “el virtuosismo de Gould no estaba diseñado meramente para impresionar y, en última instancia, alienar al oyente-espectador, sino para atraer al público por medio de la provocación, la dislocación de las expectativas y la creación de nuevos tipos de pensamiento basados sobre todo en su lectura de la música de Bach” (Música al Límite, 353). Una apreciación crítica exigente permite entender que un extraordinario intérprete es capaz de generar nuevos tipos de pensamiento, que el intérprete permite reinterpretar el arte y generar un nuevo nivel de comprensión sobre él mismo. 

Pero, ¿qué pasa en un mundo donde el autor es un productor y la literatura, y el arte por extensión, una mercancía? Más, aún, teniendo en cuenta que la técnica permite a todos ser productores de contenidos y los medios de reproducción y de comunicación son dictados por algoritmos que refuerzan los gustos y las preferencias de un enorme grupo de personas, ¿dónde quedan las élites artísticas?, ¿qué sucede con la capacidad crítica de alto nivel?, ¿está condenada a refugiarse en ecosistemas alejados del mundo, incapacitada de ejercer alguna influencia? La denuncia de Adorno sobre el jazz es similar a la que hacemos hoy de las fake news o de las ideologías de la posverdad. La crítica, podríamos afirmar, es una de las pocas tablas de salvación que tiene la cultura para discernir la verdad evidenciando la falacia y el error. 

“Los otros me ven, pero yo nunca tendré la menor idea de lo que ven”, dice Clément Rosset (Lo invisible, 39) en su ensayo sobre lo invisible. Esta afirmación revela la necesidad de contar con puntos de apoyo para generar coincidencias comunes en los que una apreciación al mundo se pueda dar. Pero, aquí es donde se genera el problema central, se acepta de buen grado “como cierto que la “verdad” de la lengua, de la imagen, de la música, no se sitúa en el campo de su eclosión natural, sino en alguna parte en su interior” (Lo invisible, 19). En el mundo de la crítica, la verdad se encuentra en otro lugar, lejos de lo que es y de lo que se muestra. Llegar a ella requiere una comunidad de conocimiento y de un marco para llegar a un consenso y aceptación. El trabajo del crítico se aleja del mundo porque el mundo (literalmente, todo el mundo) está en la capacidad de producir y reproducir contenidos, de opinar y formarse una opinión sobre algo (incluso sobre el Jazz o el Reggaetón). Esas críticas, por muy primitivas que sean, se basan en hechos y cosas obvias y visibles, se desprenden literalmente de los que se ve, se escucha o se palpa. Los efectos dejan de ser emocionales e intelectuales para ser sensoriales. “Lo que nos dice la música pasa con la música y debe ser encontrado en su propio decir, no fuera de él… la música nunca dice más que lo que dice” (Lo invisible,19). Lo demás son interpretaciones. Igor Stravinsky consideraba que la música “por esencia es impotente para expresar lo que sea… Si la música, como casi siempre suele ocurrir, parece expresar algo, no es más que una ilusión y no una realidad” (Crónicas de mi vida, 63). El crítico debe ser capaz de leer entre líneas, seleccionar los hilos que sirven para tejer la cultura, unir la tradición, expandir las fronteras, identificar los saltos creativos y agregarlos al cuerpo del acervo. 

La crítica, por tanto, debe tener un aspecto relacionado con la verdad y otro con la realidad. La realidad se sitúa en un espacio temporal dominado por un marco, la verdad no es afectada por el tiempo sino por estado del conocimiento. Ambas pueden cambiar. La realidad cambia cuando el marco cambia. La verdad cambia cuando el conocimiento cambia. La idea de que el universo rotase alrededor de la Tierra fue una verdad, las observaciones y el conocimiento definieron ciertas fórmulas que así lo fijaron. Los hechos se adecúan a las evidencias. La realidad en ese tiempo indicaba que la tierra era el centro del universo, de lo que se desprendía una relación directa entre un dios y una creatura capaz de comunicarse con él. Todo cambió con el avance del conocimiento y la fijación de una nueva verdad: la Tierra es uno de tantos objetos que daban vuelta al sol. Un golpe de conocimiento creó una nueva verdad, la que, a su vez, definió una nueva realidad que nos privó de la herencia divina y obligó a centrarnos en nuestras capacidades, dando inicio al humanismo y a la ilustración. Parafraseando a los existencialistas: “el hombre mismo crea su situación” (Teoría de la comunicación humana, 240). 

En 1992, Jean Baudrillard anunció que “la especie humana empieza a producirse a sí misma como un residuo” (La ilusión del fin, 120). El residuo como un fenómeno humano está relacionado con la basura, lo inútil y contaminante por extensión. La técnica, los algoritmos, las ideologías y los mecanismos de intercambio se automatizan dejándonos afuera del mundo tangible, somos nosotros mismos residuos de nuestros procesos. La inmediatez, la banalización, lo efímero complican la capacidad de observación y de abstracción. “Necesito más tiempo para pensar”, pedíamos cuando nos sentíamos obligados a profundizar en algo. Hoy las máquinas procesan por nosotros haciéndonos creer que el procesamiento es equivalente al pensamiento. Las expresiones artísticas son expresiones residuales de un genio que es castigado por la contingencia. 

¿Y el crítico? Es posible que deba tomar o retomar el rol de identificador y seleccionador de la basura respecto de lo que sirve. Peter Sloterdijk señala que un mundo que impulsa la eliminación de las fricciones y de las tensiones privilegia el éxtasis del sujeto libre (y por tanto subjetivo) sobre el estrés del sujeto en la realidad objetiva (Estrés y libertad, 49). Podríamos anunciar la necesaria existencia de un grupo de vigilantes de la inconformidad. El mismo pensador parafrasea que la verdad es un proceso de desocultamiento (Sin Salvación, 187) y, quizás, sea importante regresar a esta idea para entender que existen ciertas constantes que necesitan ser develadas bajo estrictos criterios críticos y de críticos que no vayan a caer en la trampa del marco o de la contingencia. La realidad es una máscara que no necesita ser removida, sino interpretada a la luz de la verdad, y la verdad es otra máscara que necesita ser interpretada a la luz del conocimiento. 

El primer desafío de la crítica es evitar las trampas de la contingencia. La contingencia es el medio en el cual se produce un objeto o proceso artístico y como tal está sesgado por un marco. La crítica, debe ser capaz de descubrir qué es aquello que aporta a la cultura y por qué lo hace. El segundo, es retomar el rol de afectar el mundo con sus apreciaciones sobre la producción cultural (y, por extensión, social) y no caer en la doble trampa de segregarse a círculos cerrados o de convertirse en un fenómeno pop y superficial como el que Adorno critica. El tercero es retomar la senda de descubrir el valor y no solo la basura, descubrir y reconocer el valor atemporal de lo producido contingentemente para agregarlo al vasto acervo humano que, en última instancia, es lo que nos va a proteger de convertirnos en un producto residual de nosotros mismos.



Bibliografía:

Benjamin, Walter. La Tarea del Crítico. Hueders, 2017.

Adorno, Theodor W. Crítica a la Cultura y a la Sociedad. Akal, 2008.

Lakoff, George. No pienses en un elefante. Península, 2017.

Adorno, Theodor W. Moda sin tiempo. Ariel, 1962.

Borges, José Luis. El tango. Sudamericana, 2016.

Said, Edward. Música al límite. De Bolsillo, 2008.

Rosset, Clément. Lo invisible. El cuenco de plata, 2012.

Stravinsky, Igor. Crónicas de mi vida. Alba, 2005.

Watzlawick, Paul. Teoría de la comunicación humana. Herder, 1997.

Baudrillard, Jean. La ilusión del fin. Anagrama, 1997.

Sloterdijk, Peter. Estrés y libertad. Godot, 2017.

Sloterdijk, Peter. Sin Salvación. Akal, 2011.


Profanación (crónica publicada en revista Seisdedos)

Profanación 

Sebastián Lohengrin 

 

 

Llegué a Santiago el 26 de diciembre del 2019 para visitar a mi familia, en especial a mi padre, convaleciente de cáncer. Desde el diagnóstico fui a visitarlo una vez al mes, excepto en octubre, por un viaje programado a la India y, en noviembre, por los desórdenes sociales y los pendientes del trabajo. Durante ese tiempo, vi cómo su cuerpo y sus facultades comenzaban a degradarse. La inevitabilidad era algo con lo deberíamos convivir. 

El 27 me subí a la bicicleta para ir a la Plaza Italia y conocer de primera mano los efectos del Estallido Social. La impresión fue grande, enorme. Nunca pensé que lo que leí y escuché por terceros iba a tener un correlato tan parecido a lo que experimenté cuando caminé por Providencia, por la Alameda, por Merced, por José Miguel de la Barra, por Bustamante y Vicuña Mackenna. Pocas veces en mi vida había sucedido que los testimonios fueran tan parecidos a la evidencia. 

 

 

Letrero destruido, entrada de Metro Salvador. Foto del autor del texto. 

 

Al llegar al Bombón Oriental, su letrero de vidrio amarillo colgaba quebrado y agonizante, sus vitrinas protegidas con planchas de madera eran testigos de la furia humana que pasaba noche a noche por el barrio. La única señal de vida era una puerta provisional que se abría para atender a sus clientes más fieles. Pedí un café turco y lo tomé de pie, apoyado en una mesita interior de madera. Miré las fotos enmarcadas, fotos de toda la vida, que retrataban hermosos paisajes de los Lagos del Sur y de Valdivia. La dueña me comentó que La Fuente Alemana de la Alameda había sido incendiada y destruida por completo.  Devastado por la noticia miré la tacita blanca, me sumergí en el color sin brillo y espumoso de la superficie, sentí el sabor intenso, el polvillo final que se posa en la garganta y esa sensación terrosa que tanto me gusta. 

El viaje a la India lo hice con mi esposa y un grupo de personas que conocí en el viaje. El tercer día, en la noche, el 20 de octubre, durante el trayecto que une Delhi con Pushkar, escuché Radio Bío-Bío y vi el programa de Fernando Villegas que tituló “Insurrección en Chile”, cuya tesis era que todo había sido causa de una gran conspiración. Mis compañeros de viaje, ninguno chileno, me preguntaron de qué se trataba, la imagen de Chile de un país ordenado y respetuoso se había caído a pedazos. Esa noche, en la terraza de un restaurante a más de diez mil kilómetros de distancia, hilé explicaciones y comentarios para mis compañeros de viaje, para el chat de mis amigos de colegio, para el que tenemos con la familia. Tenté una explicación cuyas causas se remontaban diez años atrás, nadie me hizo caso, todos tenían su teoría.

 

 

Foto del programa del 20 de octubre 2019. 

 

 

Foto de pantalla del celular del autor del texto. 

 

Saliendo del café, mi padre llamó por teléfono. Estaba feliz, porque el médico había extendido su esperanza de vida unos meses más y nos invitó a sus hijos y a su mujer a almorzar. 

Vivir una situación que requiere de inteligencia, voluntad y cintura para ser resuelta se convirtió en una bomba de tiempo que reventó con una violencia inusitada para el carácter gris y tranquilo de los chilenos. Chile estaba desahuciado, no sabemos si tenía el diagnóstico claro o nunca lo tuvo. Recordé un estudio realizado por una empresa extranjera, allá por el 2014 que indicaba que más de la mitad de la población del país vivía según lo que el contexto definía como signos de éxito y prosperidad, un tercio de los chilenos tenía hambre y el resto lo hacía de lo que no podía pagar. En marzo de ese año analicé en mi blog el lenguaje de dos países, Argentina y Chile. En Argentina se instalaron conceptos como “capital concentrado”, “ley de lealtad comercial” y “precios cuidados”, llamaban a esa narrativa el relato oficial, en oposición al relato de quienes querían hablar sobre la realidad. En Chile se ponía de moda “lucro”, la palabra más poderosa de la década. Poco después saltaron los escándalos del grupo Penta, la colusión de precios de las farmacias, del papel higiénico y el descalabro de las universidades fachada. La profecía autocumplida. El poder del lenguaje comenzó a superar al poder económico. En junio de 2016 vine de visita y fui testigo de la destrucción del Cristo de la iglesia de la Gratitud Nacional. Profanar lo sagrado es un acto de rebeldía, muchas veces criminal. Lutero clavó noventa y cinco tesis para protestar contra la Iglesia Católica, el estado islámico sistematizó la destrucción de la memoria histórica y sagrada de Irak.  

Las calles del centro de Varanasi son un laberinto, de noche emergen seres que caminan como fantasmas y se pierden en los recovecos que parecen ser sus albergues, de día encarnan su miseria en la basura, el caos vehicular y el desorden. La ira es la más intensa de las emociones y su fuente yace en el sentimiento de injusticia que, muchas veces, se expresa como impotencia. En Chile la miseria vivía puertas adentro, hacia afuera todo parecía discurrir ejemplarmente, con una dignidad con tejado de vidrio. Los escándalos y alborotos se acumularon en los corazones, en los bolsillos y en la moral de muchos. 

 

 

Un intocable y el autor del texto en el casco antiguo de Varanasi. Noviembre de 2019. Fotos del autor del texto. 

 

 

Entre los hindúes, los budistas y los jainistas no existe una rebelión de castas donde los intocables pasan por cuchillo a los comerciantes, esto puede deberse a la mezcla de determinismo y libertad que convive en su sistema moral y social. Determinismo por haber nacido en una casta y vivir según sus preceptos aceptando el destino. Libertad, porque pueden cambiar esta posición y ascender hasta que se produzca el Moksha, el desprendimiento del cuerpo y la liberación del alma de los deseos e impulsos humanos que los atan a lo terrenal. La vida de un hinduista (de un budista y del jainista) es un estado transitorio en constante movimiento gracias a sus reencarnaciones ¿Para qué perder el tiempo haciendo guerras o revoluciones si es mejor invertirlo para ascender en la escala de la salvación personal? 

De pie, bajo el monumento profanado del general Baquedano, sentí el estremecimiento de la desacralización absoluta que luego observé en las iglesias, en las estaciones de metro, en los árboles centenarios, en el comercio, en todo aquello que parecía ser parte de un sistema de vida que nadie cuestionaba. Aquí y ahora, era el lema de esta explosión. Si hay que quemar el país, hagámoslo. 

 

 

Estatua del general Baquedano en Plaza Italia el 27 de diciembre. Foto del autor del texto. 

 

En el Ganges el canto de las mujeres se mezcla con las figuras que dibujan en la arena, símbolos sagrados que llaman al buen destino y desaparecen todos los días con las crecidas del río. Dimos un paseo en bote, en medio de dos lanchas quedó atracada una vaca muerta. En la orilla mujeres, hombres y niños se bañaban como si nada. Todos los años en Varanasi se creman más de ochenta mil cuerpos. Hay asilos de ancianos que vienen a morir a esa ciudad con la esperanza de liberarse. Vida y muerte conviven. Vida y muerte conviven en Santiago, quizás desde cuándo. Caminé por Providencia hasta el cruce con la avenida El Salvador, quedé pasmado con lo que vi. Llamé a mi padre y a mis hermanos, no iría a almorzar con ellos, quería ser testigo de primera mano de la destrucción de un lugar al cual amé de joven. 

 

Playa del río Ganges: mujeres en ritual, símbolo sagrado en arena, amanecer. Noviembre de 2019. Fotos del autor del texto. 

 

El impacto y la sorpresa fueron mayúsculos, el destrozo y el vandalismo se mezclaba con otra cosa, con una emoción expresada en los dibujos, en los mensajes, en las demandas y exigencias de criaturas que necesitaban una catarsis. Las palabras faltaban, las imágenes eran necesarias. Caminé en silencio y grabé en mi memoria lo que aquellos jóvenes querían expulsar y pedir al mundo. 

 

Muchas voces se alzaron desde el 18 de octubre del 2019, luego quedó el lumpen a merced de la incompetencia del gobierno y de las demandas de la oposición. Esas voces, las primeras, las reales y honestas, escribieron sus mensajes en los muros y en las calles. Las revoluciones son desordenadas y nos toca, a quienes queremos entenderlas, identificar sus causas y a sus actores para advertir con anticipación las señales de un nuevo descontento. 

 

Imágenes del recorrido desde Plaza Italia a Pedro de Valdivia por Providencia. Fotos del autor del texto. 

 

Esa mañana terminé en la Fuente Alemana de Pedro de Valdivia, en lo que consideré el último bastión del Chile antiguo. Mi padre almorzó feliz y esperanzado con su mujer y mis hermanos. Mientras disfrutaba una cerveza, pensé en la India y en su profundidad, un país con cuatro mil años de historia, invadido por decenas de imperios y con cada nuevo ciclo una capa adicional de sabiduría agregada en su gente. Pensé en Chile, país adolescente, pensé en sus diferencias y en la rabia acumulada, en las brechas que no habían dejado de ampliarse desde el regreso a la democracia. Pensé en Varanasi, la ciudad más antigua del mundo, en su religión, en sus creencias tan primitivas. Pensé en la importancia de la religiosidad como pegamento social, pensé que cuando falla no existe una opción para encontrar un refugio en momentos de sufrimiento y angustia. Pensé en la importancia de la cultura, del conocimiento, de la necesidad de empatía y generosidad. Pensé en la violencia.  Pensé en mi padre, en la muerte que toca la puerta, una muerte con rostro y fecha cercana. Disfruté el último trago de cerveza, pagué la cuenta, admiré la pericia de las maestras en la preparación de los lomitos y los churrascos y el ánimo de los comensales que ponen en pausa su vida cuando saborean la mezcla de pan, salsas y carne. Recordé la imagen de la Fuente Alemana de La Alameda, la furia que pasó sobre ella. Rogué al dios que estuviera disponible que no traspasara el límite de Pedro de Valdivia, que así como el Bombón Oriental, pudiera sobrevivir al cambio de época.